La facilitación de grupos o la democracia de los acomplejados

Publicado el 1 de mayo de 2024, 10:50

Por Antonio de la Fuente

Tiempo estimado de lectura: 8 minutos

 

De un tiempo a esta parte pululan por ambientes ecoaldeanos y neorrurales cursos y sujet(o/a/e)s que nos proponen ser los "facilitadores de grupos", "resolvedores de conflictos" o sistemas políticos acabados como la "sociocracia" (1) (gobierno de la sociedad?? gobierno de lo social?? socialdemocracia??).

 

En ambientes en los que se presupone debería primar la "autogestión en todo", objetivo encomiable, en mayor o menor medida, resulta que la forma de gestionar la convivencia, que es la clave de todo colectivo, se debe delegar en supuestos expertos, especialistas de la cosa, con altos costes económicos incluidos.

 

Pero, ¿tienen experiencia conviviendo esos expertos? Habría que ver en cada caso. De todas formas el origen de sus conocimientos está en los cursos y métodos teóricos que ellos han establecido, sin necesidad de comprobación empírica ni procedimiento de ensayo-error, pero que siguiendo el hilo que se pierde en la noche de los tiempos, se llega hasta las Universidades norteamericanas y sus cátedras de género, la teoría queer y demás religiones políticas, como el ecologismo, el pacifismo, etc., que  son el origen del pensamiento posmoderno patrocinado por el Estado y el Gran Capitalismo (2).

 

Advertencia previa: Los autores de este articulo no pretendemos conocer tan enrevesada ciencia. Para poder criticarla con fundamento, nos basamos en la vivencia de haber sido sometidos a procesos de facilitación y de haber participado en algunas formaciones sin completar algunas de ellas, por lo que lo aquí expuesto serán reflexiones inevitablemente generalizadoras y estereotipadas. Pero nos hemos dado cuenta que los facilitadores aplican en realidad solo un conjunto de estereotipos e ideas preconcebidas a los grupos, así que siendo ambas partes injustas en ello, estamos empatados.

 

 

Veamos:

 

Los facilitadores parecen estar obsesionados con la idea de equidad, es decir, de una suerte de igualdad que les hace enemigos acérrimos de lo que llaman "personas con más rango" o “personas con privilegios”.

 

Eso es muy curioso, dado que muchas de sus técnicas proceden del mundo de la empresa y del "coaching", donde imperan las jerarquías de mando absoluto en sus múltiples niveles. O del mundo administrativo-estatal, que somete a todo el cuerpo social a sus leyes y normativas arbitrarias, inescrutables, imposibles de cumplir, y además siempre con la amenaza coactiva de la multa o la represión violenta.

 

Pero nada tienen que objetar contra ese tipo de concentración de poder institucionalizado. Para este posmodernismo la opresión a combatir procede de los individuos, de nuestros compañeros o iguales en un colectivo en principio horizontal, pero en el que todo son construcciones culturales, tanto de genero, como de sexo, como de razas, que se convierten en “privilegios”. El ya manido patriarcado heteronormativo del feminismo. O incluso el supremacismo blanco. Eso sí, menos el rango o privilegio de las/los/les facilitadores, menos el rango o privilegio del Estado que les subvenciona con ingentes cantidades de dinero anualmente.

 

Si llevamos esto al nivel de nación, estado o pueblo, podemos entrever que lo que hay aquí, además de ser una imposición y adoctrinamiento vestido de buenismo y políticas woke, ya que no da libertad a la resolución del conflicto con la elección de, pongamos el caso, la expulsión; es fácil trasponerla al servicio de la política de estado, y que sirva para hacer una tabula rasa a la aculturización de los pueblos, a la forzada convivencia “sin integración” de la inmigración masiva en nuestros territorios, que responde al sabido interés del Estado y el Gran Capitalismo sobre este tema.

 

La cuestión de la autoridad es compleja. Si bien es rechazable una autoridad eterna, basada en cargos que así se establecen, sí puede ser legítima la autoridad moral que se gana el individuo con su actuar y experiencia probada, con su rectitud moral y ética, o su prestigio ganado (no impuesto) y concedido por los demás.

 

Pero la facilitación hace tabula rasa de todo ello. Llamando a todo eso privilegio, por lo antes mencionado. Debemos imponer la equidad y punto. Nada importa la calidad del compañero, lo que importa es su color de piel, su genero o su sexo, para cancelarlo en caso de ejercer su propuesta, su critica o su libertad de conciencia. No hablamos solo de establecer turnos de palabra y moderación de los tiempos o fomento de la participación, lo que puede ser muy razonable, sino sobre todo del forzar a hablar a quien no desea hacerlo o poco tiene que decir, y acallar a quien sí.

 

Y aquí es donde más intervienen los prejuicios y estereotipos. Si eres hombre, blanco y "cis" te advertimos: tienes todos los "puntos de interseccionalidad" para ser identificado como opresor, racista y homófobo (4). Si además se te ocurre tener iniciativa, convicciones firmes o vehemencia al exponerlas, serás acusado sistemáticamente de querer imponerte, de ocupar el espacio común por tu privilegio de género, o de micromachismo, así que es muy probable que no sobrevivas a un proceso de facilitación.

 

Así, el proceso de facilitación se convierte en una especie de "castración social" -ante la imposibilidad de que sea física, por ahora...- de los colectivos, denostando cualquiera que despunte, que quiera hacer cosas, que plantee propuestas. El veto y el consenso se tornan en una igualación por abajo que convierte los grupos generalmente en pasivos e inoperativos (quien se mueve no sale en la fotos), desprovistos de toda libertad de acción.

 

Otra de las confusiones en la facilitación, es que se parte de la falsa idea de que en un colectivo dado, cualquier conflicto es resoluble sin cambiar la composición de ese colectivo, es decir, sin expulsar a nadie (claro, si no no tendría mucho sentido la resolución). Ello convierte casi en tabú cualquier propuesta de expulsión de personas tóxicas o inconvivenciales, sea cual sea su comportamiento. Para ellos llegar a esta decisión no esta prohibida y puede ser deseable en ciertos casos para la supervivencia del grupo, pero hasta llegar ahí, puede que se de un tiempo prolongado en el que las partes tienden a desgastarse demasiado, por el hecho de evitar esta actuación.

 

En la práctica sabemos que desgraciadamente hay veces que esa es la única solución, la ultima, la menos deseada. Pero si se convierte en tabú (prohibida) la idea de cualquier expulsión, los peores siguen medrando, y los mejores se van por propia voluntad (lo cual es una expulsión en la práctica, además la de los mejores) y la calidad media de los sujetos del colectivo decrece, si no es que implosiona el colectivo entero.

 

Otro prejuicio muy extendido que es generado por estas técnicas, aunque se busque justo todo lo contrario (3), es el de que toda persona que sienta un malestar u ofensa de parte de otra no solo debe ser escuchada, con la escucha activa, si no que se concede presunción de veracidad a su demanda, algo que contradice las mismas bases de sus postulados, pero que acaban haciendo ese juego de victimismo por estar contaminadas por todas las religiones políticas. Esto lanza una acusación de agresividad que es en sí misma una agresión, al negarse prácticamente la posibilidad de defensa ni absolución. Así mismo, se crea un campo abonado para comportamientos victimizantes, conocidos como agresivo-pasivos, como arma preferente para esgrimir en cualquier debate. Así, el que hace la ley hace la trampa. En definitiva, un ambiente sofocante, insoportable, invivible.

 

La convivencia, sepámoslo, es un arte, quizás el más antiguo, sublime y necesario que haya practicado la especie humana. Dado que por naturaleza somos seres sociales, ésta es una cuestión vital, de vida o muerte.

 

De hecho, los Pueblos peninsulares han sido durante siglos ejemplo de convivencia y autogestión. A partir de la Revolución altomedieval(5), fueron capaces de erigir herramientas autorganizativas como el comunal, el concejo, el derecho consuetudinario, las milicias concejiles, etc. Tan eficientes y sostenibles que, tras más de mil años, la mayoría de los mejores bosques de la Península ibérica han sobrevivido gracias a pertenecer a bienes comunales de los pueblos y aldeas; todo ello a pesar de las continuas agresiones, exacciones, robos y expropiaciones que el aparato estatal ha llevado a cabo durante los siglos.

 

Estas técnicas de dinamizaciones de grupos parecen ser al final de todo, que duda cabe, usadas por parte de esa maquinaria adoctrinadora que son las religiones políticas para seguir inoculando el virus del autoodio y el odio entre iguales que deja libre el paso para una mejor y actualizada forma de dominación (4). Solo hace falta saber que la mayoría de estas escuelas, institutos y ecoaldeas son financiados con fondos del Estado y de la Unión Europea (6).

 

La facilitación de grupos ya tuvo su burbuja, ahora van tirando de esas religiones mas que nunca para sostener el chiringuito, pero cada vez hay menos grupos que facilitar (7). Aunque todavía queda mucho movimiento porque hay mucho dinero de por medio, los clientes ya no suelen ser gente vinculada a proyectos autogestionados como fue al inicio, ahora sobretodo son asociaciones subvencionadas, gente de la Universidad, oenegés, empresas, etc. (8)

 

Las técnicas en si pueden ser muy útiles, en tanto que pueden usarse para dinamizar el estancamiento de ciertos grupos y sus procesos de evolución, como el incitar a la participación de los más tímidos, que puede servir en su autoconstrucción personal y enriquecimiento grupal. También en procesos de indagación sobre temas o ideas, en buscar mejor eficiencia en resultados o productividad, como el ahorro de tiempo y de dinero. Todo siempre y cuando no se ejerza la cancelación a las personas y los grupos que ellos mismos llaman interesadamente “privilegiados”. La mayor trampa de la facilitación es entrar en las religiones políticas y cómo eso es central en su cuerpo dogmático (2).

 

En este texto no pretendemos exponer ni tener "la llave" de la convivencia amistosa dentro de los colectivos, pero sí creemos que la respuesta se encuentra dentro de ellos mismos, y dentro de cada individuo y en su potencial de autocostrucción en la virtud como personas de calidad, mas allá de la dictadura de los acomplejados. O si acaso, tomando como referente nuestra cultura ancestral que consiguió en los hechos formar una sociedad convivencial estable.

 

Desde la R.I. nos oponemos a la facilitación de grupos por ser y pertenecer a un cuerpo ideológico creado y absorbido por el poder, que se aleja de la verdadera transformación social a la que ellos aluden y de una visión revolucionaria. Por pretender en el fondo reformar y no transformar “el mundo” que ellos llaman a cambiar. Por ser, en definitiva, la facilitación de nuestro autoexterminio.

 

Antonio de la Fuente

 

1. La sociocracia, https://sociocracy30.org/

2. https://iiface.org/noticias/

3. La Comunicación no violenta, por ejemplo, es una herramienta muy utilizada en la facilitación, lo que queda por ver es si realmente es “no violenta” en su ejercicio real. Ya que habitualmente es una manera de manipular emocionalmente para conseguir unos fines.

4. Un ejemplo de ello: https://iiface.org/supremacia-blanca-racismo/

5. Fue una síntesis del movimiento Bagauda, de carácter indígena y prerromano, junto con el cristianismo revolucionario, entre los siglos V y VIII. Véase la obra de Félix Rodrigo Mora…

6.https://gen-europe.org/about-gen-europe/partners/

7. La descomposición del asociacionismo, de los grupos de activismo, de la movilización social son evidentes. Ademas se sabe que muchos de los proyectos neorurales o de activistas se han excindido por problemas de género, es decir, se han dividido y segregado por géneros, algo que es alarmante: divide y vencerás.

8. http://www.altekio.es/clientes/ , https://elcaminodelelder.com/

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