BarbieBella y las Pobres Criaturas

Publicado el 1 de abril de 2024, 4:30

Por Antonio de Murcia

Tiempo de lectura estimado 15 min.

 

Esta guerra a la que llamamos paz tiene todos los frentes abiertos, es una guerra total. Tenemos guerras militares, económicas, sanitarias, informativas, culturales… de todo. Y, por supuesto prosigue la batalla por conquistar las conciencias de la gente joven. Los think tanks siguen a toda máquina propagando sobre el mundo su diktat. No seré yo quien diga que no aprovechan bien las carretadas de dólares que les suministran los Duces del moderno Régimen Woke-Queer.

 

Poor things (Pobres criaturas) es como una segunda parte de Barbie. Las dos presentan paso a paso, secuencia a secuencia, el canon de fémina empoderada que toda mujer debe seguir si quiere ser fetén. Lo que me choca es que hayan salido tan juntas, se ve que la ofensiva cultural se acelera y ya lanzan bombas de racimo. En fin, secuela, precuela o paralela, el parentesco es tremendo:

 

  • el Tema es el mismo: la liberación femenina frente al patriarcal mundo masculino.

  • el Argumento: una chica inocente sale del mundo artificial y seguro en el que ha sido creada decidida a experimentar el mundo real y verdadero.

  • el Género: fantástico (para dar pie a cualquier arbitrariedad de guión; retro (mediados del s. XIX, para caricaturizar todos los tópicos machistas); futurista (ciencia ficción del poder de la cirugía sobre la naturaleza).

  • el Guión: las situaciones son meras excusas arbitrarias para soltar parlamentos. Hasta los diálogos incurren en pedantes consignas para adolescentes.

  • el Estilo: estética expresionista, para dar pátina lógica a toda clase de distorsiones.

  • la Técnica: fotografía chillona, preciosista, onírica; color tipo tecnicolor como antaño, pero con más poder de marear y aturdir. Abundantes fotogramas distorsionados (como la música). Sin embargo, primer rato de la película en blanco y negro (mientras la protagonista permanece bajo la tutela masculina) para hacer contraste y recalcar de este modo la mucha luz y colorido que se le abren cuando se escapa. Banda sonora de música omnipresente, discordante y estridente, horrísona por momentos.

  • el Mensaje: los hombres ¡pobres! no merecen la pena; y su sexualidad, pobre basurilla, menos todavía.

  • otros mensajes: un montón, como en Barbie; uno en cada secuencia, los cuales se desgranan más abajo.

 

En suma, un formato fantástico para que quepan todos los tópicos de programación mental. Como es un producto tan reduccionista y esquemático, no será incongruente analizarlo en esquema.

 

 

 

LOS PERSONAJES MASCULINOS

 

La traducción1 del título de la peli engaña, pues en uso la expresión ‘poor things’ tiene el sentido de: ‘pobres’, ‘pobrecitos’ o ‘pobrecillos’, o incluso ‘pobres tipos’; y sí, en masculino, como se ve repasando el elenco de personajes varones:

 

  • El cirujano (Godwin Baxter): es el médico que implanta a una suicida embarazada el cerebro de su hija nonata, de manera que vuelve a la vida la mujer (a la que llama Bella), si bien con el comportamiento propio de un bebé que naturalmente ha de aprenderlo todo. Para esta especie de padre Gepeto «Bella es un experimento y hay que asustarla para que los resultados sean puros». Empero, B. lo quiere (al fin y al cabo es su padre-creador), incluso declara cuando él muere que tal vez sea el único hombre al que ha amado. Este santo varón, figura del padre, no alberga, en contra de toda lógica viril, ningún propósito lascivo respecto a Bella. El quid está en que es eunuco, castrado que fue por su padre, con lo que la lógica queda salvada.

  • El joven aprendiz de médico (Max). Pupilo de Baxter encargado de registrar los progresos de Bella en su aprendizaje. Hombre modoso y recatado, modelo del hombre nuevo, cede siempre la iniciativa a Bella. Peca un tanto de mierdecilla cuando cerca del final B. le pide en matrimonio y éste le contrapide prudentemente un análisis de sangre previo. También se queda paradico cuando aparece en plena boda el marido de la suicida a reclamarla como su legítima.

  • El abogado libertino (Duncan). Este es un vividor pichabrava que seduce a Bella con la promesa de un viaje de aventura. Es celoso, engreído, controlador, jugador y borracho. Ni siquiera como machote vale mucho; el pobre recibe una golpiza cada vez que intenta hacerse el gallito. Encima, usa faja y tiene la “vejiga débil”, sospecha de cáncer de próstata (en justo castigo). Como en el fondo es un pobre hombre, se enamora de Bella. Desquiciado por la irreductible libertad de ésta, termina en el manicomio con camisa de fuerza.

  • El negro filósofo (Harry). Hombre cortés, educado y culto, un negro elegante. Acompaña en viaje a una anciana noble. Inicia a B. en la filosofía y le enseña la crueldad del mundo, la esclavitud y el penar de los desfavorecidos. A lo último, confiesa que su intención al instruirla en su “realismo pesimista” no era ni más ni menos que menoscabar su vitalidad. «Todos somos bestias crueles», dice este intelectual. «Eres un niño lastimado que no soporta el dolor del mundo», le espeta ella.

  • El antiguo marido (Alfie). Este es un militar muy guerrero que, al enterase de que su esposa está viva (de aquella manera), la reclama y se la lleva. Bella, antes Victoria, consiente con el fin de averiguar el motivo de su suicidio. El marido le perdona el suicidio, pero su plan es tenerla encerrada un año para librarla de la “histeria sexual” que según él padecía cuando estaban casados; para ello planea mutilarla genitalmente. En un anacrónico guiño del guión, Alfie maldice las películas que han tratado la liberación de la mujer. Bella se ve otra vez presa y, al descubrir el destino que le prepara su marido, le pega un tiro que lo deja malherido. Llama a Max para que la ayude a operarlo. Al tiempo que lo salvan, le extirpan el cerebro y le implantan el de una cabra que hay por allí (la pobre cabra se queda sin ninguno, claro).

 

 

LOS PERSONAJES FEMENINOS

 

  • Bella. Un ejemplo a seguir. Es cierto que le han puesto unos parlamentos pedantescos y redichos; y la voz del doblaje, casi siempre estridente y mandona, no ayuda, pero es el tipo de mujer que puede “ofrecer algo al mundo”.

  • La aristócrata (Martha von Kurtzroc). Es una señora mayor con clase y distinción, interesante, librepensadora, independiente, rebelde a su manera. Va acompañada por el intelectual negro, pero hace veinte años que no se acuesta con nadie. Ha renunciado al sexo, pero reconoce a Bella que ocasionalmente usa la mano. Estupenda solución.

  • La madame (Swiney). Regenta el prostíbulo. Como Duncan, intenta seducir a B. mordiéndole el lóbulo de la oreja. Instruye a B. en que «hay que experimentarlo todo, también la degradación, el horror, la tristeza, así conocemos mejor el mundo». Incluso esta repulsiva madame se dedica al lenocinio por amor (a su nieta enferma).

  • La negra socialista (Toinette). Compañera del prostíbulo, con conciencia de clase. Suministra a B. propaganda socialista y la lleva a mítines.

  • La nueva pupila (Felicity). Es la nueva creación del doctor Baxter. Progresa mucho más lentamente que Bella, nada que ver. Como va bastante retrasada, insulta a Bella llamándola “zorra” cuando se conocen, pero pronto coge su estela y progresa adecuadamente hacia su nombre. Inicia a la criada en el placer solitario.

  • La criada reprimida. Hace el papel de gobernanta represora. No abre la boca en toda la película, pero al final se nota su apertura a los nuevos tiempos gracias a los buenos oficios de Felicity.

 

 

MENSAJES Y CONSIGNAS

 

  • El Transhumanismo es el futuro. Por casa del doctor Baxter pululan a su aire varios engendros, experimentos suyos, como un pollo con cabeza de cerdo o una cabra-pato. En su lecho de muerte sus últimas palabras son: «cuán interesante es lo que está pasando». Bella es transhumana, consciente de sí misma y, por tanto, libre. Va a ser doctora.

  • El Feminismo requiere un cambio neuronal. La peli trata de un cerebro nuevo en una mujer mayor con la mentalidad “victoriana” que aún campea. La mente femenina renovada por las niñas del futuro, tipo Felicity.

  • Empoderamiento como profesión. Jugando a imitar a su padre, B. coge unas tijeras para cortar el pene a un cadáver, pero está tan flácido y pequeño que pierde el interés y pasa a clavárselas con fruición en los ojos. Lo que sí hace es chafar a una rana que se encuentra en el bosque (por si resulta ser un príncipe). En otra travesura, amaga con quemarle las partes pudendas al doctorcito Max. Y cuando se percata de que Duncan la ha llevado a una travesía en barco para tenerla controlada, rechaza follar con él y lo encierra en el camarote. Bella toma la iniciativa siempre: ella es la que lleva en el vals a su pareja masculina y es ella la que al final pide en matrimonio a Max. Tras su etapa en el campo de la prostitución, «es tu cuerpo, compártelo con quien quieras», concluye.

  • Pedofilia. Bella será una niña, y desde luego virgen, pero ya tiene sus pulsiones y un cuerpo follable, por lo que es capaz de dar su “libre consentimiento”.

  • Aventura. La vida con un malote es más sabrosa. Bella decide vivir experiencias con Duncan «aunque no cuida daño de la chica» (sic), explica con su balbuceo. Con un “adiós, querido amor, te veo tras mi gran aventura”, se despide de Max.

  • El Matrimonio es para descansar. Promete casarse con el pasmado de Max a la vuelta («tú bueno para eso») y «ser felices y comer perdices». Cuando Duncan, rendido, le pide matrimonio con un discurso lleno de admoniciones y amenazas, ella lo derrota preguntándole si la alternativa es «¿casarte conmigo o matarme?». «Me voy al casino», contesta él.

  • Los Placeres no son sólo cosa de hombres. No hay nada como masculinizarse para lograr la liberación. Bella aprovecha sus callejeos sola para hincharse a ostras y a pasteles cada vez que los ve. En una taberna se pone pedo a base de orujo.

  • La Masturbación es liberación femenina. Descubre bien pronto el gusto de tocarse e intenta lo mismo con la rancia criada. Bella se rebela ante la prohibición de tal hallazgo.

  • El Sexo femenino es rico. Tras haber probado el placer solitario y el que rezuma cuando te chupan la oreja, B. se lanza (aquí la peli pasa del blanco y negro al todo color) a follar con el malote, en variadas posturas; eso sí, la primera vez ella se pone arriba.

  • El Sexo masculino es pobre. La sexualidad masculina es pobretona, una nulidad. Bella se queda asombrada de que su machirulo engreído no pueda echar más que tres polvos seguidos. La sorprende esta debilidad de los hombres, que «no pueden hacerlo cada vez que quieran».

 

La sexualidad masculina es repugnante. Los clientes del prostíbulo componen un desfile de infames mamarrachos. En una cena de sociedad en la que Duncan pretende enseñar modales a Bella el guionista cuela un gag jocoso que consiste en que, al escupir B. un bocado en el plato, la compañera de mesa exclama: «¡por qué tenerlo en la boca si es vomitivo!», y B. contesta con ingenua chispa: «el de Duncan está salado a veces…»

 

La sexualidad masculina es inmoral. El marido pretende castrarla porque «los hombres viven contra sus pulsiones».

  • El Amor romántico, cosa de hombres. El promiscuo y libertino Duncan se enamora perdidamente y quiere casarse, renunciar a las promesas de goces y aventura. Le desquician las reiteradas negativas y, por amor, secuestra a B. en el viaje. Para Bella, es la confusión típica de «un representante del mundo masculino». Bella se defiende con fría lógica: «No deseo ser cruel, Duncan me hace ser cruel».

—¿Por qué te quedas con él? —le pregunta Harry.

—Siempre creo que mejorará —contesta ella.

 

  • Por la Prostitución hacia la libertad. A la casa de putas llega por «una confluencia de circunstancias que se me antojan obra del destino». La faena le parece de lo más emancipadora, ya que las putas son «dueñas de sus propios medios de producción». Además, tener «otro mantenedor requeriría mucha atención; mejor follar veinte minutos y dedicar el tiempo a arreglar el mundo». Sin embargo, B. se queja de no poder elegir a los clientes que le agraden, lo cual sería también placentero para ellos. La madame le explica que las mujeres no pueden elegir y que «algunos hombres disfrutan sabiendo que a la mujer no le gusta».

 

Bella lo disfruta mucho (incluso el empotramiento por detrás, «extrañamente no desagradable» por parte de un cerdo brutal), pero al cabo de un tiempo se vuelve insensible (la “etapa oscura”, según la madame). Una mamada de la negra Toinette le devuelve el orgasmo. Aquí la chirriante banda sonora da un respiro y suenan dulces violines tipo canción de cuna.

 

  • Referentes culturales que han de ser demolidos. Como Jane Austen en la de Barbie, en esta es Emerson objeto de mofa a propósito de sus “consejos para la mejora del Hombre”. «No aconseja a las mujeres, quizá no conoce a ninguna», dice Bella con encantadora inocencia. Y Duncan es, según Bella, «un súcubo avaricioso como Dante».

  • La Conciencia social es cuestión de pasta. Conducida por Harry, B. contempla desde lo alto el mundo de los miserables, la esclavitud, la crueldad, la degradación y la muerte. Quiere bajar a ese infierno, pero Harry la disuade «porque te destrozarían». Ella llora, rota de dolor “por los niños muertos”. Atina a coger todo el dinero que Duncan ha ganado en el juego y se lo manda a los desgraciados (los americanos del norte gustan mucho de preocuparse por los desfavorecidos). «El dinero es malo tenerlo, pero es peor no tenerlo», y ahí se queda.

  • Maternidad y aborto. El aborto evita suicidios. Victoria se tira desde un puente porque no tiene deseo maternal («detestaba al bebé») y no es posible abortar.

 

 

LA ÚLTIMA ESTAMPA

 

Personajes reunidos en el jardín. Se trata de un pequeño gineceo, porque están cómodamente repantigadas y sonrientes: Bella, Toinette y Felicity. La criada ya no tiene cara de vinagre, sino que se muestra amable; se nota que la paja que Felicity le ha deparado ha dado un giro a su carácter. Felicity ya ha progresado adecuadamente y manifiesta en su mirada cómplice que está dispuesta a seguir los pasos de Bella. Ésta tiene un libro en el regazo, se ve que ya va para doctora, tal vez en cirugía, que tan buenos resultados ha dado en ella misma. Bella y Toinette se sonríen cómplices mirándose con fervor. Hombres no hay, salvo que se tolera la presencia de Max, que permanece de pie en actitud complacida y modesta, y la de Alfie, que anda por allí por el jardín haciendo el cabra.

 

Bella y Toinette chocan sus copas brindando por el triunfo total conseguido.

 

 

OTROS DETALLES MENORES

 

Propalan que es una producción hiberno-anglo-estadounidense. Aunque también han puesto pasta el director griego y la protagonista norteamericana, el hecho es que los productores son irlandeses y la empresa tiene su sede en Dublín. Yo no digo nada.

 

No tiene ni va a tener la misma repercusión de Barbie, ni en dinero ni en influencia, y es que mucha gente ya está saturada de propaganda tan burda.

 

No creo que la promoción por el óscar recibido a la mejor actriz protagonista tenga nada que ver con propaganda ideológica para la peli. Ya se sabe que en Hollywood se pirran por los actores que encarnan a minusválidos, subnormales, tarados, autistas, mudos, etc. Interpretar papeles así, como este de cuerpo de adulta con la mímica dislocada de un bebé creciendo, les parece lo más de lo más.

 

Hay más detalles y símbolos, pero con los mentados basta.

 

 

Y PUNTO FINAL

 

Sala de cine de un centro comercial. Pase a las 15:45. Aparte de mí, cuatro espectadores más (un par de chicas y una pareja mixta). Duración: 141 min. de pinícula, digo flim. Empiezo a mirar el reloj cada poco a partir de la primera media hora. Porque esta peli, aparte de todo, es una PLASTA (y una plasta pelma). Pobre de mí, es cruel esto que me hago prestando atención a estos productos emanados de Lo Alto. Juro ante mí mismo no ocuparme de ellos nunca más. Me arrepiento de sacarlos, encima, en esta revista, aunque sea en plan de crítica. La mejor política es ignorarlos; y desobedecer cuando estrechen aún más sobre la gente el cerco legislativo (y cultural, informativo, policial, sanitario, y todos). Al fin y al cabo, cada vez más gente se está hartando del bombardeo.

 

La verdad es que son tantas las cosas valiosas, difíciles y bonitas que la gente brava está haciendo en todos los órdenes en todas partes…, cosas que requieren atención, cuidado, aprecio y difusión.

 

 

Antonio de Murcia, 27 marzo ‘24.

 

 

1 En otros idiomas (francés, italiano, alemán, etc.) se ha traducido igualmente con el equivalente a ‘pobres criaturas’. Cosas de la distribuidora, me figuro, para que el título suene más equívoco y menos obvio.

 

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