Por Tombol, lector de V&R
Tiempo estimado de lectura: 20 min
(A partir del visionado de la película rusa “Leviatán” (2014) de Andrey Zvyagintsev)
SINOPSIS: Kolya, un lugareño de un pequeño pueblo costero en el mar de Barents (norte de Rusia) contrata a un abogado amigo suyo para litigar contra el alcalde del pueblo, quien ha iniciado un procedimiento judicial para proceder a la expropiación forzosa de la vivienda y taller del interesado con el fin de construir allí un centro de comunicaciones.
El título de la película se inspira (reconocido por el propio director Zvyagintsev) en el libro del filósofo inglés Thomas Hobbes (quien señaló con aquel nombre a la figura del Estado) y al Libro de Job, del Antiguo Testamento (el papel del protagonista está inspirado en Job, a quién Dios hizo pasar diversas calamidades para probar su fe).
Zvyagintsev toma el significado del concepto “leviatán” de Hobbes, más no se adscribe al ideario del inglés. Al director ruso le basta el concepto para construir un relato aséptico, realista, muy concreto, para que sea el espectador el que saque sus propias conclusiones. Interesante pues, de partida, el planteamiento, y es que no recuerdo otra producción en la historia de la cinematografía de ficción que se enfoque tan directamente sobre lo que realmente es el Estado. Hay que recordar que el propio Félix Rodrigo Mora se ha referido en ocasiones al Leviatán tomando también el concepto formulado por Hobbes.
Como es de suponer, las autoridades rusas pusieron muchas trabas para el estreno de la película, aunque al final sí se pudo estrenar pero con la censura de varias escenas dialogadas (se calificó al director como “antirruso”). Con todo, éste manifestó que creía que era probable que la película se hubiera autorizado (estaba subvencionada en parte por el gobierno ruso) porque el encargado de ello probablemente no había leído bien el guion. Pienso que, además, es posible que el encargado de autorizarlo no fuera capaz de comprender la crítica implícita de la película contra el Estado pues hay que deducirlo, no creo que esté explicitado en el guion.
Compruebo que la película fue galardonada con variados premios, incluso fue nominada a los Oscar como mejor filme extranjero. Tras ver las críticas que recibió (fuera de su país), entiendo los premios otorgados: Mayormente fue vista por los críticos como un ataque al gobierno ruso, a sus instituciones, al propio Putin… y por supuesto nadie quiso ver que se trataba de un claro retrato de lo que cualquier Estado representa, como el propio Zvyagintsev llegó a manifestar.
Sí, el enfoque de la película es muy claro, el Estado es el leviatán que todo lo tritura, que es insaciable en su ambición, su regeneración a lo largo de la historia ha sido constante (el metraje comienza con los restos óseos de una ballena varados en la costa, como metáfora del leviatán de la mitología hebrea, que era un monstruo marino creado por Dios y que simbolizaba el mal). Así lo reconoce el director cuando afirma que el Estado es “una máquina de impunidad horrible e invencible”.
“Leviatán” se desarrolla también a partir de un segundo enfoque, el tomado del personaje bíblico de Job, aunque en este sentido no parece que se pretenda loar la fuerza de la fe y el espíritu frente a las calamidades, sino más bien propagar el desánimo. Para comprender el declive que padece el protagonista (tras sufrir diversas desgracias), la cosmovisión sobre la moral y ética del individuo desarrollada por la Revolución Integral. resulta muy enriquecedora a fin de comprender lo que pasa en la película (este análisis necesario no es desarrollado en ninguna crítica, por supuesto). Digo, pues, que los dos enfoques transitan paralelos, porque en realidad no se puede entender una realidad sin la otra.
Es interesante el argumento que propone Zvyagintsev (basado en unos hechos similares ocurridos en Norteamérica, cuando un ciudadano iba a sufrir una expropiación parcial de su propiedad, con un bulldozer arrasó la casa consistorial del pueblo y se suicidó) pues ubica la historia en un pequeño pueblo perdido “en los confines de la tierra”, lo que nos ayuda a entender que las garras del Estado llegan hoy día hasta los lugares más recónditos, tal es el poder descomunal que ha alcanzado. También nos ayuda a comprender la tragedia que viven hoy las gentes del rural, cuando han sufrido los abusos por las normativas y legislaciones del poder en ciernes; para las instituciones y entes del “leviatán” el arraigo y amor por la propia tierra no significan nada.
En el desarrollo argumental, quedan señalados cuantos cuerpos de funcionarios y mercenarios aparecen: El alcalde como representante de la Administración, los cuerpos y fuerzas de seguridad, y el poder judicial (incluido el fiscal). Todo un sistema bien lubricado para alcanzar sus fines, su propia lógica de poder. El caso que se nos presenta se agrava por la corrupción propia de la nación soviética, pero son reconocibles los hechos para cualquiera de los países “democráticos” del mundo occidental, eso sí, con sus condiciones particulares.
En la película aparece un cuarto poder, el mediático, representado por la autoridad religiosa. Quizás en un país como el Reino de España, la otrora más influyente Iglesia católica haya perdido muchos enteros en las últimas décadas en favor de otras religiones políticas, ideologías, creencias varias, difundidas a través de unos sistemas de adoctrinamiento muy bien engrasados. En cualquier caso, no yerra la narración de Zvyagintsev al introducir dicho poder, tan útil al ente estatal para conseguir sus fines, y es que al hablar de modos de sometimiento nos hallamos ante una piedra angular necesaria para alcanzar la desmovilización, apatía y acomodamiento del sujeto de la modernidad.
Queda también reflejado en el micromundo que plantea Zvyagintsev el momento en que se encuentra el sujeto de la modernidad. Los individuos se mantienen a flote gracias a la “ayuda” de las drogas (alcoholismo y tabaquismo), las relaciones entre ellos están absolutamente deterioradas: El mundo de la pareja está completamente destruido, la brecha entre padres e hijos es abismal, la comunicación entre los seres del pueblo se enfanga en su falta de entendimiento, los jóvenes pasan su tiempo reuniéndose en torno a la botella.
El leviatán tiene la fuerza para implantar sus credos y decisiones por las buenas o por las malas. Crea unas condiciones, un caldo de cultivo, que alcanza a contaminar todo lo que su aliento ensucia. El pueblo, todo él, ha perdido el norte, no sólo lidia contra las arbitrariedades del sistema creado, sino que se enfrenta con sus iguales, sufre el aislamiento que provoca el haber perdido las riendas de su propia vida al no haber sido capaz de tomar acción para hacer de sí un individuo fuerte y con valores morales.
En el metraje se muestran muchos detalles que no tienen desperdicio: La traición entre los iguales, fruto de la ignorancia; el suicidio como forma de resolver la culpa y la falta de un sentido de la vida; el discurso del sacerdote rural, trasnochado e incapaz de conectar con el sujeto del pueblo; el intento inútil de enfrentarse al poder en su propio medio (de pelear contra él jugando con sus cartas); el monopolio de la violencia usado por los poderes fácticos sin tapujos; el poder judicial, sustentado en un mecanicismo y en una verborrea de leyes que repugnan por su falta de naturalidad y ausencia de fiabilidad; la expropiación forzosa, una trampa contra el pueblo y en favor del poderoso; el juego de la corrupción, de la ilegalidad, de la sumisión, ejecutada según el nivel jerárquico de los mantenidos a sueldo por el Estado; la falta de conciencia social de los funcionarios de los distintos cuerpos policiales, tan obedientes ellos; lo que implica denunciar a un pez gordo; el efecto alienante del trabajo asalariado (fábrica de limpieza de pescado); el despotismo de los más poderosos, reflejado en los diálogos entre el pope religioso y el alcalde…
La película está filmada en clave de desesperanza, derrotista, de asepsia emocional. La atmósfera que impregna el filme es fría, oscura, triste, con un estilo realista. No está hecha en clave política, y ello permite ir más allá en las reflexiones. Al principio y al final de la película hay unas imágenes muy sugerentes del mar, de la naturaleza, sin rastro humano; y luego los restos de un viejo embarcadero, símbolo quizás de una vieja cultura que se pierde en la negra noche.
Es cine ruso, eso significa cine de ritmo lento (al menos mucho más lento que el cine convencional norteamericano), con otra textura, con otros significados. No hay nada al azar en la película. Las tesis de la Revolución Integral (RI) se pueden reconocer en el global de la cinta. Zvyagintsev no ha ido tan lejos, muestra un retrato del mundo que conocemos, sin entrar a valorarla. Seguramente la r.i. es la única que tiene respuestas para ensamblar todo lo que acontece durante el metraje, y lo afirmo a tenor de las críticas de la película que se pueden leer en diversas páginas de internet. Es por eso que, una vez más, los planteamientos de la RI permiten alcanzar unos grados de entendimiento a las que otras corrientes de pensamiento no llegan, permiten romper barreras donde para otros aparece el freno del miedo; permiten dar un salto hacia el discernimiento y la esperanza humanas, donde para otros solo existe el pesimismo y el fatalismo.
Redundando en lo dicho en el último párrafo, y como conclusión, me encuentro que sí hay individuos en la sociedad que son capaces de ver lo que los Estados son, pero a partir de ahí se encuentran en una barrera insalvable en cuanto a discernimiento. Es la r.i. la que ha podido romper esa barrera, da unas respuestas al pasado, al presente, al futuro. En la película analizada, el Estado está representado por la grúa excavadora que al final procede a la demolición de las propiedades del protagonista, evocando la frialdad, inhumanidad y brutalidad de quienes ostentan el poder. La Revolución Integral abre un haz de luz 1 en nuestro negro destino, muy negro, pero no tan inexorable como nos transmite Zvyagintsev.
Por Tombol
1 En las “Bases para una revolución integral”, de Editorial Bagauda, se desarrolla una posibilidad de sociedad sin Estado, igualitaria y con un grado más que plausible de libertad.
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