Organizaciones horizontales y sin jerarquía

Publicado el 1 de junio de 2024, 12:14

Por Celia Rodríguez Franco

Tiempo estimado de lectura: 8 min

 

Recientemente, ha comenzado la conclusión de uno de los proyectos que empecé hace un par de años. He aprendido infinidad de cosas que no sabía, adentrándome en un campo que no se parece en nada a lo que había hecho hasta ahora y que desconocía por completo. Pero de lo que te quiero hablar es de la gran lección de vida que he aprendido gracias a las personas de las que me he visto rodeada.

 

 

Hace unos años, me encontraba envuelta en lo que estaba siendo el tortuoso mundo del aprendizaje1 de la Ciencia de Datos, lo cual había decidido dejar por agotamiento psicológico y nula vida social, determinando que iba a bajar el listón para dedicarme a algún proyecto algo menos ambicioso.

 

Y así, ese febrero de 2022, días después de comenzar la guerra de Ucrania, tuve la suerte de ir a un curso sobre comunal y derecho consuetudinario con Félix.

— “No podemos regresar a la Edad Media”— dijo. Y esa declaración me hizo darme cuenta de que, en realidad, no tenía ni pajolera idea de cómo funcionan las cosas.

 

Al mostrar la imagen de una sierra hidráulica (anterior al s. XIX), la idea empezó a dibujarse en mi cabeza, aunque ahí no tenía claro todavía qué era.

 

Como la electrónica era otra de mis asignaturas pendientes, la asociación de ideas me llevó a matricularme a distancia en Automatización y Robótica Industrial (ARI para los amigos), en un no muy cercano instituto en Getafe. En Andalucía no se enseña nada a distancia que tenga que ver con la electricidad y electrónica, a saber por qué, por lo que Madrid se presentó como una buena opción.

 

Lo que traía aprendido de la Ciencia de Datos es que es muy difícil salir adelante estudiando solo, por lo que desde el día uno tuve clara la necesidad de buscar el contacto con mis desconocidos nuevos compañeros, aprovechando la tecnología.

 

Por suerte, todo eso estaba más que previsto y organizado por los mismos estudiantes.

Conforme iba estableciendo relación con gente, también me iba dando cuenta de que el secreto reside en sacarse adelante los unos a los otros.

 

Por supuesto, me he visto rodeada mentes geniales a las que poco les he podido aportar, pero, por mi parte, no ha quedado (ni quedará para los que aún siguen) prestar mi ayuda cuando me he visto capacitada.

 

Lo más valioso que he aprendido en esta experiencia y que más puede aportarte a ti (que me estás leyendo), es que seguimos teniendo la capacidad de organizarnos por nosotros mismos, en ausencia de toda jerarquía, con solo tener ideas y objetivos claros, y mediante la voluntad legítima de hacerlo.

 

Nuestro objetivo común era algo tan simple como aprobar, sabiendo que necesitas de tus compañeros para hacerlo. Podríamos habernos llevarnos mal, considerarnos rivales, competir entre nosotros por ir a ninguna parte, pero decidimos, cada uno por su lado y sin hablarlo, que en soledad no llegaríamos demasiado lejos.

 

Esta vivencia me demuestra que es posible establecer organizaciones sin jerarquía, sin que nadie sea más que nadie, en los que todos puedan colaborar y ser, en grupo y sin perder su libertad o independencia. A fin de cuentas, la asociación entre personas, ¿no debe ser voluntaria?

 

Pero ¿qué necesitamos para que esto sea posible?

 

En primer lugar, el objetivo común, y no es necesario que siempre sea un objetivo comunitario. Puede ser de lo más personal o un proyecto que nos pueda beneficiar a todos.

 

En segundo lugar, observo que es necesaria la libre asociación. Nadie está obligado a quedarse, todos pueden irse cuando lo deseen.

 

En tercer lugar, se me antoja (ya que no he podido profundizar en las circunstancias de cada uno) que contar con características comunes o complementarias, ayuda a reforzar la unión. Además de un objetivo personal evidente, creo que mis compañeros destacan por su curiosidad y por el instinto de evolución. Sin embargo, y partiendo de que la compensación es una de las esencias del ser humano, estas características se pueden complementar con otras para una unión más férrea.

 

Además, dudo que sin el sentimiento legítimo de ayudarnos y colaborar, hubiese podido funcionar tan bien.

 

Por último, está la necesidad del contacto humano. ¿Cuántas veces no te has pasado meses o incluso años, halando por teléfono con personas a las que no has visto nunca y la alegría que da encontrarse cara a cara?

 

De esta manera, de los ratos de compartir enlaces, vídeos, conclusiones y explicaciones, era inevitable que en la posibilidad de verse las caras, cayese un ratillo de bar, lo que ha terminado por llevarnos a esa dimensión humana que nos resulta tan necesaria. De esos, tendría cuatro cursos más si hiciese falta.

 

En este instante, me gustaría tener un poco del ingenio de Alberto B, del talento de Carlos, de la amabilidad de Gonzalo, de la creatividad de Carletes, del buen humor (contagioso) de Manolo, de la integridad de José, de los conocimientos de Javi M., de la personalidad de Ricardo, de la tenacidad de Javi A., de la perseverancia de Moni y, por supuesto, de la energía de Alberto M. y su capacidad para reunirnos a todos; así como otras muchas virtudes que ellos mismos tienen y las de otros compañeros que no he mencionado aquí.

 

No se me ocurre cuándo volveré a tener la suerte de encontrar compañeros así. Y si algún día llegasen a convertirse en protagonistas de algunas de mis ficciones, cosa que no descarto, es muy posible que empiecen sus aventuras como esos protagonistas de “La gran evasión” quienes justo al llegar al campo de concentración comienzan a planear cómo escapar de allí.

 

Todo mi agradecimiento y mi cariño para mis chicos y mi chica2. Nunca pensé que al sur de Madrid encontraría un trocito de hogar.

 

Y aunque todavía queda la recta final y otros muchos ratos de “lucha”, por si no tenemos momentos tan espectaculares, les dedico estas líneas tratando de que no os dé una sobredosis de azúcar.

 

Después de bregar con exámenes, trabajos, tutorías, YouTube, webs, manuales, y un temario excelsamente lamentable, combinado con familias y trabajos, solo me cabe preguntarme:

 

—¿Qué problema podrían encontrar en sus vidas que no fuesen capaces de resolver?

 

 

Celia Rodríguez Franco

 

¿Te ha pasado? Cuéntamelo por aquí abajo.

 

1Que adultos hechos y derechos tengan que volver a estudiar en tromba, más por necesidad que por otro asunto, es algo que da para varios artículos.

2De aproximadamente 40, creo que somos tres féminas, de las cuales, solo he podido establecer amistad con una. ¿Sabéis por qué no hay más mujeres que estudien estas cosas? Pues porque sus intereses son otros. La verdadera libertad está en escoger lo que te place y no lo que se te señala.

 

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Comentarios

Profesor Prohibido
hace 2 meses

Felicitaciones por el artículo. Creo que desde lo pedagójico la necesidad de ver las respuestas desde la duda plena a integrada Sueños Compartidos: Asistente Académico:
https://www.youtube.com/watch?v=uJYTbU1jXkQ y desde lo organizativo ver el poderinverso Poder que entristece el alma:
https://www.youtube.com/watch?v=xMP5Dw-j3to