Ahora es cuándo

Publicado el 1 de noviembre de 2023, 11:22

Por Diego Martínez, lector de VyR

Tiempo estimado de lectura: 10 min

 

Ejercítate en aquello que depende de ti.

Epicteto

 

Dime cómo sufres y te diré quién eres.

Ernst Jünger

 

 

Tu aspiración es demoler el sistema para construir un mundo mejor. Recuperar la sociedad comunal y sus valores. Frenar la trituración que viven hoy día la libertad y la convivencialidad y convertirlos en norma. Escapar del mundo moderno para fundirte con la naturaleza. La revolución.

 

Esperas..., pero el momento no llega.

 

Te enzarzas en debates encarnizados por redes sociales. Rabia y grima es lo que sientes cada vez que sintonizas un noticiero. Vives entre la nostalgia del pasado y la idealización esperanzada del futuro. El trabajo asalariado o el proyecto en el que te autoexplotas consume tus ganas de vivir. Tu desilusión te sepulta entre vicios que te permiten olvidar... durante un rato.

 

Comes mal, no ejercitas tu cuerpo, bebes o fumas demasiado. Como todo el mundo es gilipollas te has vuelto un huraño. Vistes de cualquier manera. Cada día eres más feo. De tanto escribir en Twitter te está saliendo chepa...

 

Lo sé, estás esperando tu momento... pero no llega. Te diré algo: ahora es cuándo.

 

Mañana no se abrirá una puerta para cambiar las cosas de manera sustancial. Ni de repente un aluvión de gente estará dispuesta a unirse para luchar por unos valores y una realidad superior. Tampoco, cuando vayas a quitarte las legañas, verás tras el espejo una escultura griega.

 

Hay cosas que dependen de ti, y otras que no lo hacen en absoluto.

 

Si dedicas tu tiempo a esperar que los demás hagan algo, que estalle una revuelta espontánea, un colapso ecológico-económico-político-tecnológico... no estás aportando nada. Eres un mero espectador. Un turista de la vida. Un consumidor de una actuación en la que has asumido no participar. Lo único que progresa en tu vida es la talla de tus camisetas y el número de velas en tu tarta de cumpleaños.

 

Tu estado vivencial meditacional-reflexivo-quejumbroso es totalmente estéril. La desembocadura del proceso reflexivo no debe ser otra que la acción.

 

Y ese momento... sí ha llegado.

 

La situación externa es importante, y puede moverte a moldear tu estrategia. Pero no debes depender de ella. Debes actuar ya, porque hay muchos factores que sí están directamente bajo tu control.

 

“Predicar con el ejemplo”, “propaganda por el hecho”... son algunos de los términos que merece la pena recuperar. Si planteas una sociedad superior a la actual decadente, hazlo desde el cultivo de un carácter que aspira a la excelencia. Conviértete en un individuo que inspire a los demás; alguien en quien el resto quiera verse reflejado; un sujeto cuyos valores, materializados y replicados, traigan por consecuencia un cambio social positivo. Da tú el primer paso, y entrega a los demás, y a ti mismo, la mejor versión de que seas capaz.

 

Entrena tu cuerpo, prepárate para el combate, cuida tu salud, comprende el mundo que te rodea, aprende a utilizar tus recursos para no ser un esclavo del dinero, mejora tus habilidades sociales para

 

relacionarte satisfactoriamente con los demás y transmitir mejor tus ideas, adopta una mentalidad de entrega, integra tus valores en tu día a día y cúmplelos lealmente, estudia para elevar tu inteligencia y tu conciencia, organiza actividades que sirvan de pretexto para crear comunidad...

 

Para empezar, debes practicar lo que recomienda el aforismo griego “conócete a ti mismo”. Debes ubicar tus límites para planificar una actuación sostenible. Porque esto se trata de asimilar una serie de hábitos que, a fuerza de repetirlos, eleven tu persona para, después, entregar ese valor a los demás. Y no me refiero a hacer caridad, sino a concretar e integrar unos principios, y experimentarlos y vivirlos para compartirlos con el resto. Si de su asimilación y réplica devienen una serie de individuos mejorados, surge, en consecuencia, una comunidad superior.

 

Comienza con una rutina sencilla, que sea sostenible y no tengas que abandonarla porque te supera. En ella, ve incorporando poco a poco todas aquellas prácticas que vayan a mejorarte con el tiempo.

 

Las siguientes son sólo un ejemplo, pero puedes considerar: realizar un plan de entrenamiento físico y de dieta para un cuerpo sano, funcional y estético; estructurar una formación intelectual para comprender mejor el mundo que te rodea y poder actuar desde la conciencia; trabajar por comprender cómo funciona el sistema financiero para liberarte del trabajo asalariado-esclavo, aquél que te expropia buena parte de tu vida y te destruye por dentro para que malvivas con cuatro duros; exponerte a situaciones que te supongan un desafío, para habituarte al enfrentamiento de tus miedos; aprender habilidades que te aporten autonomía, como la caza, diversas formas de producción primaria, artesanías, o la destreza social para tratar con los demás; tejer una red de personas con una afinidad mínima, unidas bajo un propósito común, y trabajar con ellos la convivencia...

 

No quiero que le des muchas vueltas para que planifiques cuál sería tu rutina perfecta. Adopta aquellos hábitos que serán suficientes para hacerte mejor, y actúa desde ya.

Lo importante, es la acción.

 

Como reflexión final, reconocer que me gustaría, cuando me junto con un grupo de personas conscientes de que es necesaria una transformación profunda del mundo en que vivimos, rodearme de hombres y mujeres fuertes y comprometidos.

Que trabajan por una salud y una fortaleza superiores, que asumen la formación intelectual como una responsabilidad prioritaria, que no se abandonan a placeres instantáneos, que aprovechan su tiempo libre para compartir lo que saben con el mundo, o para idear maneras de liberarse del trabajo esclavo. Y que tienen claro que, a pesar de derrotas momentáneas, no deben recurrir al llanto, sino que, fijan su mirada con fe ciega en el horizonte.

 

Y en él sólo contemplan la virtud y la victoria.

 

Diego Martínez

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Comentarios

Eduard
hace un año

Amén! Sublime!!