Convertir a los hombres en mujeres. Las mujeres ya nos convertimos en hombres...

Publicado el 1 de abril de 2023, 11:01

Por Celia Rodríguez Franco

Ha llegado hasta mí esa fabulosa campaña llamada “Invasión de Úteros” de Nosotras Perú[1] que invita a las mujeres a hacer pintadas de úteros y ovarios por las calles, con el fin contrarrestar el arte urbano heteropatriarcal, ese mismo que tiene las fachadas (y otro mobiliario público) minadas de dibujos de miembros viriles.

 

— “¡Qué gran idea!”. — pienso — “No tengo muy claro qué aporta a la humanidad. Sin embargo, se abre ante nosotras una nueva oportunidad de demostrar que podemos ser tan soeces, vándalas y cutres como cualquier hombre”.

 

Con un poco de suerte y en breves, podremos oír también a los del colectivo trans enarbolando la bandera de la transfobia, mientras nos recuerdan que hay mujeres con pene y hombres con vulva.

 

Y, así, todo.

 

Porque, desde hace unos años, ser mujer no consiste en maquearse, ser educada, perfumarse, buscar relaciones de pareja fructíferas, estudiar lo que te gusta, cuidar de los tuyos, amamantar a tus hijos o hacer bizcochos. Ahora, para ser una mujer actual y completamente empoderada, debes beber y vomitar hasta echar el hígado, tener una cita por noche cada día con alguien distinto, trabajar en un lugar mal pagado, donde se te va la vida siendo totalmente prescindible, gritar en el fútbol, ser experta en técnicas amatorias dignas del irreal cine porno, sentirte mal por no aparentar 18 cuando tienes 40 o estudiar una ingeniería, aunque no te interese lo más mínimo. A lo que debemos sumar el perseguir el éxito laboral y financiero incansablemente cuando, con total probabilidad, no puedas aspirar a más de un puesto medio que te habrás ganado si tienes dos carreras, tres idiomas, un master y un remaster, y estar agradecida porque todavía puedes tener patinete eléctrico y vivir en un cuchitril de la periferia. Exactamente igual que cualquier hombre.

 

Ser mujer empoderada consiste en despreciar todo aquello que te hace única y diferente al hombre, a excepción del derecho a abortar varias veces, por supuesto. Supongo que es debido a que las lumbreras que defienden todo esto, en realidad, tienen la misógina visión de que la mujer solo vale por su capacidad de imitar al varón que es poco más que trabajar para hacer rico a otro. Y, sin embargo, no imitamos a los hombres en sus virtudes, sino en sus peores costumbres, convirtiéndonos en copias de pacotilla que ya casi no se acuerdan de lo que verdaderamente hace valiosa e imprescindible a una mujer.

 

Que nos hayan “sacado de la cocina” para llevarnos al maravilloso mundo del trabajo asalariado del que no hay vuelta atrás, no es liberación ninguna..., porque tampoco tenemos otra opción. Solo ha sido "liberarnos” del entorno en el que somos imprescindibles, para llevarnos a la masa. Simplemente, nos han alejado de aquellos para los que somos únicos e insustituibles, para convertirnos en una más que puede ser cambiada por otra cualquiera.

 

Y lo mismo vale que te dediques a la abogacía, a la gran empresa o hacer la comida para los tuyos, que vayas en pantalones o con una minifalda, porque es la libertad de elección lo que de verdad empodera y no el servir a un amo extraño que te descartará en cuanto dejes de ser válida porque, sencillamente, no tienes otra alternativa, ni económica ni en el pensamiento de esta sociedad.

 

Por supuesto, eres libre de pintar los úteros y ovarios que te plazcan, siempre que entiendas que ni vas a empoderarte ni a ser más mujer por eso. 

 

El poder está en la capacidad de decidir por ti, no en la definición de libertad de quien te quiere esclava.

 

Celia Rodríguez Franco

 

[1] “Nosotras” es una marca colombiana de productos de higiene femenina.

 

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