Por Félix Rodrigo Mora
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El comunal está de moda. Se han ido al carajo las utopías/distopias sociales, tanto como las grandes formulaciones sociales teoréticas excrementales de hace muy poco, y de esa hecatombe de detritus emerge, invicto, el comunal. A eso ha contribuido algo mi labor, así como que en este país haya todavía 7,5 millones de tierras comunales, quizá hasta el 14%.
Cuando algo se pone de moda llegan los charlatanes, los oportunistas, los listillos, los aprovechados, es inevitable. Y ahora cada vez más sujetos parlotean sobre el comunal sin saber nada de él, y sin querer saber. Están, asimismo, los bienintencionados pero vagos, que suponen que lo saben todo sin haber estudiado nada, un tipo de gente muy común hoy en día. Y se ponen a largar majaderías. Luego están los aprovechados, que han visto que ahí está una oportunidad de hacer carrera política, y no dudan en adecuar el comunal a las necesidades del orden constituido.
No es posible olvidar a los profesores-funcionarios que, de vez en cuando, publican algún libro o artículo sobre el comunal, en donde suelen ofrecer una avalancha de datos que, inmoralmente, manipulan, para hacer de él una institución entre otras del sistema, una especie de empresa cooperativa entregada a una actividad capitalista lucrativa. Pero el comunal es muchísimo más que economía, un orden social revolucionario, un modelo global de sociedad, una forma de ser persona y un modo de comprender y vivir el mundo.
Está igualmente la izquierda “social” empeñada en hacer del comunal un “bien público”, esto es, una propiedad estatal como otra cualquiera que tienen que manejar los partidos políticos de su cuerda en beneficio dinerario propio. Para mantener tal ficción saltan por encima de lo que expone la Constitución y la Ley de Bases de Régimen Local, que diferencian la propiedad estatal del comunal, al que vinculan a la categoría sociológica y jurídica de “vecino”, esto es, del morador y habitante de un municipio, lo que lleva el asunto al ámbito de la sociedad civil. La izquierda siempre ha incomprendido y aborrecido al comunal, porque no es lo que ella adora, el capitalismo de Estado, ni tampoco el parlamentarismo partitocrático, dado que aquél está íntimamente vinculado al sistema de democracia directa del concejo abierto. Muy recientemente, dada la bancarrota doctrinal que está padeciendo la izquierda, siempre procapitalista, estatolátrica y antirrevolucionaria, algunas de sus figuras empiezan a petardear con el comunal…
Los clásicos del comunal en España tampoco son gran cosa. El mismo Joaquín Costa, considerado el padre e iniciador de su estudio, él y sus discípulos, aporta muchos datos, pero sin comprender al comunal, nada. Algo mejor es Rafael Altamira, pero tampoco. De los autores actuales tenemos al gurú oficial de la cosa, Alejandro Nieto, que aclara algún aspecto, pero para seguir en la incomprensión obstinada de su verdadera naturaleza. Eso llevó a este catedrático a aconsejar pésimamente, hace unos años, a los ingenuos vecinos de Los Yébenes (Toledo) cuando se les ocurrió la magnifica idea de exigir al Estado español la devolución integral del comunal que les había expoliado, robado, en el siglo XIX, con la desamortización civil. Nieto diseñó una estrategia reivindicativa tontamente legalista que tenía que llevar a tales vecinos al fracaso, de lo cual nunca ha realizado una autocrítica.
Me pregunto, ¿acaso pretendía Don Alejandro condenarlos a un fracaso seguro (y costoso) para que nadie más se atreviera poner en cuestión la infame desamortización civil decimonónica, con la cual el Estado español desvalijó, robó, unos 20-25 millones de hectáreas, esto es, la mitad del país, a las comunidades rurales?
Aún sí, los enteradillos que ahora hablan del comunal como si fueran doctos en la materia deberían, cuando menos, leer a Costa y a Nieto. Así sabrían algo del asunto, no muy bien encaminado ni correcto, pero al menos algo…
En consecuencia, no queda otra que entrar en liza con los ignorantes, los oportunistas, los sabihondos, los izquierdistas que desean merendarse el comunal en el propio beneficio (vendiéndoselo luego, incluso ilegalmente, desde los ayuntamientos a las eólicas, por ejemplo) y los agentes institucionales. Lo iré haciendo en los próximos meses, en el marco del proyecto para constituir una entidad colectiva destinada a pelear por el comunal, a la que me he atrevido a denominar MOVIMIENTO PARA LA DEFENSA Y RECUPERAICÓN INTEGRAL DEL COMUNAL. Cuento con vosotros y vosotras para ello…
Una parte decisiva de tal defensa pasa por poner las cosas en su sitio por medio de la crítica, no permitiendo que nadie falsifique lo que ha sido el comunal, ni lo que es hoy, ni mucho menos lo que será mañana.
A quienes deseen informarse de los datos y argumentos básicos les ofrezco mis libros y mis videos, mis conferencias y mis Cursos, presenciales y online. De los libros que tengo publicados, se ocupan de esta materia “Naturaleza, ruralidad y civilización”, “El Comunal” y “Derecho consuetudinario y democracia directa”.
El comunal ha sido, es y será. Porque el comunal es la revolución.
Félix Rodrigo Mora
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