La crisis hídrica y climática

Publicado el 1 de junio de 2024, 12:14

Por Félix Rodrigo Mora

Tiempo estimado de lectura: 15 min

 

¿Un apocalipsis en el siglo XXI?1

 

No cesa la fúnebre combinación de sequía casi permanente, olas de calor incluso en invierno, vendavales arrolladores, enormes variaciones de las temperaturas en fechas muy próximas, heladas inusuales e inundaciones devastadoras. Es más, todo ello se agrava con el paso del tiempo. La primavera de 2024 está siendo lluviosa en muchas zonas peninsulares, tras años de sequía, pero diversos territorios no pueden, a pesar de ello, prescindir de las restricciones de agua, pues los pantanos no están embalsando la suficiente.

 

Por desgracia, lo esperable es que, después de “tantas” lluvias en 2024, vengan varios años de sequía rigurosa, lo que va a llevar la calamidad hídrica global y los embates de calor2 al límite.

 

Alarmante es la situación en toda la cuenca del Mediterráneo. En Marruecos, Argelia, Libia, Mauritania, Turquía, Grecia, Italia, buena parte de Francia, Cataluña, País Valenciano y Andalucía oriental. En zonas del País Valenciano, Murcia y este de Andalucía, en 2024 está faltando la primavera, pues por la sequedad extrema de los suelos no están brotando las hierbas y flores silvestres, lo que nunca había sucedido antes. Además, numerosos árboles manifiestan el cada vez más habitual “pardeamiento”, o viraje de su follaje desde el verde al marrón. En suma, el desierto avanza a pasos agigantados. En la península ibérica lo hace de sureste a noroeste.

 

El Mediterráneo se ha degradado a foco de sequía y a emisor de calor, generando un muro invisible que ni deja emitir nubes propias hacia el continente ni permite entrar a los frentes nubosos foráneos, en una franja de unos 60-80 kilómetros tierra adentro. Nadie logra explicar este fenómeno. Que durante el verano de 2023 alcanzasen sus aguas la asombrosa temperatura de 30º C, antes nunca medida, probablemente tiene que ver con ello.

 

Aguas tan calientes emiten una gran cantidad de vapor, con formación de poderosas y constantes masas nubosas que, empujadas hacia tierra por la brisa marina, provocarían lluvias abundantes, e incluso torrenciales. Pero no. En vez de virar el clima hacia su variante tropical, con calor, muchas lluvias y gran humedad, lo está haciendo en pos del que es propio de los desiertos, exceso de calor, fuertes variaciones termométricas y disminución drástica de las lluvias.

 

Las anomalías climáticas se dan también en casi todos los países del mundo. En Canadá, el medio oeste de EE. UU. Panamá, China, India, Rusia, Irán, todo el Sahel (de donde está huyendo su población por este motivo), Sudáfrica, Australia, Colombia, Méjico, Brasil3, Argentina, etc. En Europa, además de los países mediterráneos, están teniendo severos problemas de sequía Holanda, sureste de Inglaterra, sur de Noruega, Polonia, Rumanía y alguno más. A comienzos de 2024, el 47% del territorio europeo estaba en prealerta hídrica, ¡en pleno invierno!

 

 

Las consecuencias

 

La sequía planetaria, las olas de calor, las inundaciones, los vendavales, los fríos extemporáneos y las brusquedades climáticas están provocando muchos y graves males. Las cosechas disminuyen en todo el mundo, un 6% anual acumulativo, con escasez y encarecimiento de los alimentos básicos. Esto, en no muchos años, va a llevar a situaciones de hambre por todo el planeta.

 

Son cada vez más las grandes ciudades que han de acudir a medidas extraordinarias para abastecerse de agua, como la explotación intensiva de acuíferos, la desalación del agua marina4 y el uso del agua urbana depurada para el riego. Muchos acuíferos están siendo tan intensivamente utilizados que no está lejana la fecha en que quedarán vacíos o salinizados, necesitando siglos para su recarga. Se aproxima el tiempo en que, probablemente, bastantes ciudades tendrán que ser abandonadas.

 

Los ríos están disminuidos de caudal en todo el mundo, comenzando por los europeos, el Danubio, el Rin, el Po, etc., por lo que se hallan cada vez más contaminados, todo lo cual impone la reducción del regadío, la disminución de la producción de energía hidroeléctrica y la penuria de agua potable para consumo humano, además de provocar una disminución de la producción de alimentos. La “desaparición de los ríos”, suceso trágico que se da en todos los continentes, es uno de los hechos más aterradores del siglo XXI…

 

La superficie destinada al regadío está, en efecto, disminuyendo. El uso de agua marina desalada es demasiado caro5, y la utilización de aguas depuradas es un remedio secundario. Para la agricultura de secano, los bosques y montes, las plantaciones forestales, las áreas de pastos, el ganado en extensivo, la fauna silvestre y la recolección de frutos silvestres la situación es de difícil solución.

 

La industria turística y la agricultura de exportación, que han sido capitales en la desecación del levante ibérico, no podrán mantenerse a medio plazo, por la mengua del agua.

 

 

Las causas

 

Que todo ello sucede debido al calentamiento global ocasionado por los gases de efecto invernadero es inexacto. No es el calor el que ocasiona la sequía, sino la sequía la que origina el calor y las demás anomalías. O más exactamente, todo lo produce la causa última de la sequía, a saber, la deforestación a colosal escala y en todo el planeta por la agricultura industrial destinada a abastecer a las grandes ciudades erigidas por el poder vigente, estatal y gran capitalista. A esto se une su sistema de evacuación de aguas residuales y deyecciones humanas, por medio de las redes de alcantarillado que desembocan en el mar, directa o indirectamente, lo que impone que en todo el planeta la cantidad de agua dulce esté disminuyendo, al ser masivamente convertida en agua salada. Esto se agrava con la agricultura de regadío para la exportación, que traslada el agua, en la forma de hortalizas y frutas, de regiones más secas, como el sureste ibérico, a otras hasta ahora más húmedas como el centro y norte de Europa.

 

La destrucción de los bosques, la falta de arbolado, provoca sequía, calentamiento, extremismo climático, huracanes e inundaciones devastadoras. Achacar tales males al dióxido de carbono es una teorética nunca demostrada, siendo un mensaje propagandístico útil para imponer las “energías renovables” en tanto que recurso estratégico en la pelea global entre superpotencias. Si fuera así, si la clave fuera el calentamiento global, estaríamos en transición hacia un clima tropical o semi tropical, muy lluvioso y húmedo, como se ha dicho, no hacia unas condiciones propias de los desiertos.

 

Las lluvias benéficas escasean porque no queda masa forestal suficiente al no haber bastante arbolado autóctono, porque la gran mayoría de la superficie terrestre ha sido desnudada de su cubierta vegetal y entregada a la agricultura industrial, lo que resulta inevitable una vez que el par Estado-gran capitalismo ha concentrado coercitivamente a la población en las grandes urbes y megalópolis. Porque no hay ni puede haber ente estatal sin ciudades, y cuanto mayor es el poder tiránico de aquél mayores son las ciudades, por tanto, más destructivas de la vegetación y el bosque, en consecuencia, más generadoras de sequía y anomalías termométricas.

 

La vil impostura del dióxido de carbono ha quedado probada cuando las últimas investigaciones sobre el clima de la tierra en sus 4.600 millones de años de existencia han manifestado que el agua de los mares y océanos se ha mantenido siempre estable termométricamente, en torno a 10º C, a pesar de las enormes variaciones de la presencia de aquel gas en la atmósfera. Éste ha fluctuado entre las 280 ppm (partes por millón) en el siglo XVIII a las 7.000 ppm en anteriores edades geológicas, estando hoy en las 402 ppm.

 

El dióxido de carbono nada tiene que ver con el clima del planeta, nada. Son las plantas, en particular su manifestación superior, los árboles formando bosques junto con los arbustos, las hierbas, los hongos y la microflora, quienes regulan el clima y las precipitaciones. Sin arbolado suficiente, deja de llover de manera apropiada y pasa a hacerlo de un modo espasmódico, ahora muchísimo y luego nada durante años. Eso explica que, aunque con más calor hay más evaporación marina, ésta no se convierte en lluvia favorecedora porque no hay las suficientes masas arbóreas para propiciarla, que son parte necesaria y decisiva de la cadena causal productora de las precipitaciones positivas.

 

Conviene añadir que una responsabilidad decisiva en la difusión de esa necia invención, la del dióxido de carbono y su pretendido “efecto invernadero”, que impide poner remedio a la catástrofe planetaria climática con las adecuadas soluciones, corresponde al ecologismo ecocida, institucional, inmoral, estatolátrico, socialdemócrata, monetizado y procapitalista.

 

De otras elucidaciones, todavía más irracionales y perversas, sobre las causas de la sequía, no voy a tratar, pues son invenciones de la extrema derecha y el neonazismo para ocultar la responsabilidad de los entes estatales y las grandes corporaciones capitalistas en lo que está sucediendo6 y va a suceder, si no ponemos remedio, una catástrofe como nunca ha habido en la historia de la humanidad.

 

La conclusión es que el sistema político y económico actual, en su desenvolvimiento totalitario y liberticida, impone y organiza las ciudades como sustrato físico, bases de operaciones y plazas fuertes desde las que ejercer su poder, creando a continuación la agricultura industrial para abastecerlas. Esto ocasiona una deforestación descomunal que, alcanzado un punto, perturba radicalmente el régimen de lluvias, el sistema climático y la proporción de agua potable en el total del agua planetaria. En consecuencia, se inician y avanzan las anomalías hídricas y disfunciones climáticas, con daño enorme y además creciente para las cosechas y para el abastecimiento a las ciudades, con avance del desierto y retroceso dramático del bosque, el monte, el arbolado y los pastizales. Llegados a ese punto, el sistema mismo se tambalea y autodestruye, negándose a sí mismo dialécticamente7.

 

Todo esto no es nuevo, salvo en su componente cuantitativo. Ha sucedido en muchas ocasiones a lo largo de la historia. En la formación social clasista y estatal de El Argar, en nuestra prehistoria; en la sociedad romana desde el siglo II; en la sociedad maya a partir del siglo VIII, lo que contribuyó decisivamente a su desaparición; y en tantas otras. Ahora acontece, por la globalización, en todo el planeta y a una escala monstruosa.

 

La presente situación solo puede ser superada eliminando la agricultura industrial, vaciando las ciudades y reforestando de manera amplísima, formidable, para lo cual se necesita de una revolución. De una revolución total, integral.

 

Pero tal remedio, que es el único, tardará años en ofrecer resultados. Los efectos benéficos del arbolado, propiciar las lluvias y disminuir las temperaturas no se manifiestan hasta, como muy pronto, los siete a diez años de haber sido plantado o sembrado, y su plena efectividad demandará unos veinte años. Así pues, el sistema de poder contemporáneo ha metido a la humanidad en una trampa terrorífica…

 

 

Las soluciones

 

En las condiciones sociales, políticas y económicas vigentes, la desalación de agua del mar, la sobreexplotación de la capa freática, los trasvases, los buques tanque, etc., son remedios coyunturales inevitables, pero no soluciones, teniendo además unos costes ocultos descomunales, de modo que a medio plazo empeoran incluso la situación.

 

Supuestas soluciones como elevar el precio del agua, para no despilfarrarla, utilizar sistemas de riego más ahorradores, promulgar leyes severas, nacionalizar (estatizar) el agua, hasta ahora un bien comunal en muchas partes, instalando contadores para cobrar por ella a los vecinos que hasta el presente la usaban gratis, etc., además de beneficiar a los ricos y al Estado, tiene el inconveniente añadido de que no producen ni una gota más de agua, ni una. Esto solo lo hace el bosque, los árboles.

 

 

Resolver el problema requiere medidas como las que se proponen a continuación:

 

1. Para el caso del Mediterráneo, hay que forestar con especies autóctonas toda la banda litoral en 60 a 80 kilómetros de ancho, antes citada, para enfriar el mar con el frescor de la brisa marina que, procedente del interior, pierda temperatura al atravesar esa zona boscosa, lo que hará que aquél sea productor de lluvias de nuevo8.

2. Se debe forestar, asimismo, las montañas que estén dentro de una orla litoral de 250 kilómetros, para multiplicar el efecto anterior, y al mismo tiempo favorecer las lluvias en ellas con el fin de que vuelvan a fluir ríos y arroyos de frescas aguas que contribuyan a rebajar la temperatura marina.

3. La agricultura capitalista de exportación debe cesar, pues vacía de agua la zona mediterránea. Se tiene que ir a una agricultura familiar y comunal de autoabastecimiento y ámbito comarcal.

4. El turismo tiene asimismo que ser eliminado, pues convierte el agua dulce en agua salada de manera masiva e intolerable, al verter al mar los líquidos y fluidos que origina.

5. El agua de todos los territorios tiene que realizarse sobre el terreno, incluida el agua biológica (orines, etc.), en vez de ser llevada al mar por medio del alcantarillado moderno. Ello es absolutamente imposible en las ciudades, por eso también éstas son disfuncionales e insostenibles.

6. No solo hay que forestar con árboles y arbustos autóctonos, sino considerar a cada brizna de hierba como generadora de agua, con la evapotranspiración. Así pues, conviene desterrar los herbicidas. Como la agricultura industrial capitalista es la principal usuaria de herbicidas, tiene que desparecer, repartiendo las tierras que ahora acapara entre los vecinos de los pueblos, barrios y ciudades, en tanto que bienes comunales, para realizar agricultura popular de autoabastecimiento.

7. En las áreas alejadas del mar y el océano, la solución es forestar, más y más. Una parte conspicua de las tierras agrícolas deben ser retiradas del cultivo y convertidas en bosques y montes. Las montañas que han perdido toda cubierta vegetal y ahora muestran su estéril roca madre, deben albergar bosques frondosos. Una parte notoria de las llanuras tienen que estar igualmente cubiertas de árboles autóctonos, de modo que bosques y terrenos agrícolas se complementen.

8. El agua para beber y regar tiene que ser comunal, ni estatal ni privada, debe formar parte del patrimonio comunal a defender y, si se ha perdido, a recuperar. Su estatización y/o privatización debe ser combatida. Son los vecinos organizados como democracia directa concejil quienes deben ser propietarios absolutos de ella en cada municipio y comarca, no los ayuntamientos. Pero, atención, para que los manantiales sigan manando hay que forestar intensamente en la zona…

9. Abandono de las ciudades9.

 

El Proyecto Arrendajo, del que formo parte, constituido en 2019, centrado en recuperar los bosques más emblemáticos de la península ibérica, los formados por quercus (encinas, robles, quejigos, alcornoques y coscojas), exhorta a forestar desde la iniciativa popular y el compromiso individual/colectivo, sin esperar nada de las instituciones. Cada año, en el otoño, llama a recoger bellotas y a sembrarlas. En él, en sus formulaciones y métodos, está la clave de la superación del apocalipsis hídrico y climático.

 

 

Conclusión

 

Los nueve puntos propuestos significan el final del capitalismo, de manera que mientras éste exista, sólidamente apoyado en los aparatos policiales represivos y en el ejército, nada se hará. Es posible que, cuando cunda el miedo e incluso la desesperación, algún gobierno organice una caricatura de forestación masiva, por supuesto, sin efectos prácticos.

 

A partir de la experiencia de las sociedades clasistas y estatales del pasado, arriba citadas, atrapadas en la trampa de la deforestación y la sequía por urbanización y agricolización excesivas, podemos concluir que los poderes constituidos no harán nada que no sea defenderse a sí mismos, aunque la gente muera de sed y de hambre en masa. Pero eso va a ocasionar un agravamiento intenso de la lucha de clases, entre los que tienen agua, y por tanto vida, y los que no tienen agua, ni por tanto alimentos, y mueren debido a ello. De ahí puede resultar la revolución.

 

El sistema de poder actuante está absolutamente fosilizado, se ha hecho inerte, inmune a la realidad e incapaz de admitir cambios de alguna entidad. La tremenda sequía que en 1992-1994 devastó a la península ibérica, provocando daños descomunales en el medio ambiente que el tiempo transcurrido ha mostrado que son irreparables, no sirvió de advertencia, no llevó a adoptar ninguna medida preventiva. Ello volvió a repetirse, aunque a mucho menor escala, en 2008, y tampoco se hizo nada, salvo adoptar alguna medida paliativa coyuntural. Nunca hará nada el poder, prefiere perecer antes que perder siquiera un adarme de poder y dominio. Solo la acción popular más enérgica y combativa puede forzarle a hacer algo beneficioso, que siempre será, por lo demás, muy insuficiente, hasta que sea liquidada su dictadura y se realice la Sociedad de la Libertad.

 

Además, los efectos de las olas de calor y la sequía se van a combinar con los del rearme, la economía de guerra, la militarización y la guerra. Así pues, la crisis general del sistema se anuncia tremenda. Quien no esté preparado, esto es, asociado, organizado, con la moral alta, con un programa de transformación y una buena visión estratégica, lo pasará muy mal en las enormes convulsiones que van a desencadenarse10.

 

Félix Rodrigo Mora

felixrodrigomora.org

 

 

1 El presenta artículo resume mis investigaciones sobre estas materias, que serán recogidas en un libro, de título “Emergencia por gran sequía global y mundial. El principio del fin del 'mundo feliz' de la modernidad”. Para saber más de estos asuntos es también apropiada la parte segunda de mi libro “Naturaleza, ruralidad y civilización”.

2 Como ilustración diré que el ayuntamiento de París está “preparando” a la ciudad para temperaturas de hasta 50º C en los próximos veranos. Una de las medidas planeadas, de la que algunos deberían aprender, es realizar una plantación masiva de árboles en todas las vías urbanas y plazas.

3 En Brasil las inundaciones padecidas en el sur en mayo de 2024, tras años de tremenda sequía, han sido las más graves allí conocidas, provocando unos 250 muertos y dejando el territorio devastado. Se achacan a la implacable destrucción por deforestación de la selva amazónica, originada por las políticas hipercapitalistas promovidas desde hace decenios por los presidentes del gobierno brasileño, miembros del izquierdista Partido de los Trabajadores, Lula da Silva y Dilma Rousseff, y posteriormente por Jair Bolsonaro, de extrema derecha y conspiracionista. Éste realizó en 2019-2023 una política económica neoliberal de una destructividad medioambiental enorme, favoreciendo el enriquecimiento rápido de las grandes empresas grancapitalistas de la madera, la soja transgénica y el ganado vacuno. Por todo el planeta, la extrema derecha y los neofascistas están promoviendo el llamado capitalismo manchesteriano, o capitalismo salvaje, letal para el medio natural y para los trabajadores.

4 El gobierno de Argelia ha declarado que, ante la persistente escasez de lluvias en su país, va a construir desaladoras para abastecer de agua de boca ¡al 60% de su población! Tal decisión indica que dicho gobierno sabe, aunque no lo diga, que la sequía no es pasajera sino permanente, y empeorando. Pero ¿qué va a suceder con su agricultura de secano, pues Argelia y los demás países ribereños están viendo disminuir sus rendimientos en un 30%? Tal como están las cosas, millones de norteafricanos tendrán que huir de su tierra en los próximos años, hacia Europa. A medio plazo, sucederá lo mismo en numerosas áreas del litoral mediterráneo norte, europeo, pues la escasez creciente de agua impondrá éxodos multitudinarios.

5 Esta agua es tóxica, además de cara, ecocida y desagradable. No he logrado conocer hasta el momento los datos de su análisis químico, que se ocultan.

La extrema derecha conspiracionista vocifera que existe mucha agua, que la sequía global es una mentira progre y que hay que explotar ya, ahora, los acuíferos y todo lo que tenga agua. Con ello defienden los intereses del gran capitalismo de exportación de productos hortofrutícolas. Ocultan que los acuíferos, donde existen (en España hay solo unos 700), deben quedar como último recurso, por si todo lo demás fallase, para que la gente no muera de sed, por eso cuando se perfora algún pozo en ellos se le llama “pozo de sequía”. Su proceder es depredador, hipercapitalista, criminal. Con esos brutales procedimientos ya se ha semi vaciado el célebre acuífero 23, en La Mancha, que en su día daba caudal al Guadiana, de manera que donde hace solo unos decenios había agua abundante a solo 5 metros en esa zona, ahora se ha de profundizar a 80, 100 o más …

7 Esto, queda explicado desde la filosofía dialéctica, en mi libro “Autoaniquilación”.

8 Según mis investigaciones, en Marruecos se está efectuando un ambicioso trabajo de forestación, para parar al desierto, incrementar las lluvias y equilibrar el clima. En Libia también, aunque menos. Bien. En el litoral norte del Mare Nostrum seguimos entontecidos y pasivos, pendientes de ese vodevil mafioso que son “las cumbres del clima”

Son bastantes las ciudades del mundo que tiene preparado un plan -secreto- de evacuación por incapacidad para abastecerse de agua potable. Una de ellas es Méjico capital, en nuestro país lo tiene Sevilla, y probablemente Barcelona, Valencia, Alicante, Murcia, Almería y Málaga. En Turquía, posiblemente, esté ya elaborado para Estambul, su ciudad principal, lo mismo que para Pekín, en China y en Argelia para Argel. Todo ello es, en efecto, apocalíptico, pero resulta que el sistema estatal y capitalista es eso exactamente, terrorífico. Las ciudades son antinaturales, artificiales, insostenibles, una bestial realización física de la voluntad de poder y nada más, pues el ser humano, de manera natural, debe vivir inmerso en la naturaleza, en el interior de los inmensos bosques primigenios. Cuando en 2007 la población urbana mundial excedió, por primera vez en la historia de la humanidad, a la población rural, se estaban sentando las bases de lo que ahora está sucediendo. Inmensas megalópolis sin agua, sucias, multidegradadas, horribles, y con temperaturas de entre 45 y 55 grados, eso sí que es el infierno realizado en la tierra… Y, evacuar a su población, ¿a dónde?, ¿en qué condiciones? Por desgracia, una parte notable de la humanidad va a perecer. La perversa sociedad placerista, hedonista, hipertecnologizada, epicúrea, modernosa, deshumanizada y felicista conocerá un final espantoso…

10 Aquellas o aquellos que en vez de resistir y pelear están pensando en marchar a algún “refugio climático”, para construirse allí un quimérico, egoísta e inmoral “jardín de Epicuro” pueden resultar frustrados. No hay ningún lugar a dónde huir, donde esconderse, y además es vil e indigno hacerlo.

 

 

 

Añadir comentario

Comentarios

rodrigo
hace 4 meses

El cambio climatico es culpa de los estados nacion y el sistema capitalista, estos financian y apoyan monetariamente a las empresas capitalistas para que depreden la naturaleza.
Adjunto enlaces de lo que les comento
https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/chile/2017/01/26/decreto-701-el-millonario-bono-gubernamental-que-financio-a-las-grandes-forestales.shtml

https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=repositorio/10221/32266/1/N_36_21_Subsidios_forestales_en_Chile.pdf