Reflexiones sobre el conflicto árabe-israelí y el problema de fondo de la humanidad

Publicado el 1 de abril de 2024, 4:20

Por Alfredo Carreras, lector de VyR

Tiempo estimado de lectura: 5 min

 

Por desgracia Oriente Medio vuelve a ser noticia por un conflicto irresuelto desde finales de los años cuarenta del siglo XX, el que enfrenta a judíos y palestinos. No vamos a entrar aquí en la disputa sobre quien tiene la razón histórica de su parte, sobre eso hay muchas opiniones, y menos sobre quienes eran los buenos y los malos.

 

Sobre lo que me interesa reflexionar aquí es sobre la situación de la humanidad, en general, por qué sigue siendo tan preocupante, sin obviar críticas políticas a ciertas ideologías y organizaciones políticas de nuestro entorno y su doble moral, su fariseísmo. 

 

Yendo al grano, no hay justificación, para mí, al ataque sanguinario de una organización teocrática a miles de personas indefensas, curiosamente casi todos miembros de kibutz, organizaciones y formas de vida comunitaria de inspiración socialista y a los asistentes de un festival musical por la paz, para más inri. Es decir, personas interesadas en principio en alcanzar la paz y la concordia con el pueblo palestino.

 

Indudablemente Hamas, como su patrocinador Irán, no tiene el menor interés por alcanzar ningún acuerdo de paz con Israel, es más, su ataque tiene el claro objetivo de incendiar la región y dinamitar los acuerdos israelitas con diversos países árabes. Esto no significa que Israel no haya cometido tropelías e injusticias, y que haya incumplido resoluciones de la ONU. Es decir, no podemos decir, infantilmente que son los buenos de la película, pero sí podemos afirmar que Israel es un país con libertades, prensa crítica y controles sobre el poder, no homologable con sus vecinos.

 

También hay que decir que cortar la luz y el agua a la población gazatí, me parece un claro error, pues es condenarla por lo que hace una organización totalitaria que no representa a toda la población. Y, más pronto que tarde israelís y palestinos, con la mediación internacional, deberían sentarse y hablar seriamente sobre como poder resolver el conflicto de una vez.

 

Dicho esto, toca criticar a las izquierdas populistas y neoestalinistas, por su postura hipócrita. Aquí, de puertas para dentro, venden un feminismo de corte fanático y fascistizante, mientras que rezuman antisemitismo y no parece indignarles la muerte de mujeres y el maltrato a sus cuerpos y cadáveres, pues consideran a las israelís mujeres de tercera, poco más que animales, como los nazis y los antisemitas musulmanes a los judíos. Se han quedado anclados en un antiamericanismo y antijudaísmo de adolescentes-heredero del viejo fascismo y las viejas derechas, por cierto-, en vez de profundizar en las cosas y alejarse de maniqueísmos pueriles de la edad del pavo.

 

Por último, para finalizar y no alargarme demasiado iré a lo que para mí es esencial. Todo lo que ha acontecido y acontece en el mundo, con el renacer cada poco tiempo del peligro de guerra mundial y destrucción atómica, pues el conflicto en Oriente Medio implica a potencias globales, y podría saltar a mundial, tiene que ver con la imposibilidad que nosotros, la mayoría de la humanidad, la población de la base, por decirlo de alguna manera, la población proletarizada, es consecuencia de nuestra imposibilidad de encontrarnos, reflexionar y lanzar un proyecto alternativo de vida, que intenté acabar con nuestras existencias asfixiantes y angustiosas.

 

Este proyecto para mí pasaría por buscar lo que nos une, en vez de lo que nos separa. Consistiría en retomar lo mejor de las tradiciones filosóficas y espirituales de la humanidad, junto con el reconocimiento de ser proletarios. Proletarios en el sentido de ser en todas partes mercancía, objetos desechables de usar y tirar, recipientes a los que adoctrinar en lo que interesa a los distintos regímenes y sus propagandas para liquidar nuestra libertad de conciencia. Unos, las derechas, por no salir de nuestro país, nos hacen tragar banderas y patriotismos tramposos, otros, las izquierdas, nos hacen tragar feminismos y los nacionalistas a lo suyo, dividir y fragmentar.

 

Este reconocimiento de que no somos ciudadanos libres ni iguales, sino carne de cañón, en última instancia literal, pues nadie dude que nos llevarían al matadero si se da el caso, incluyendo a las mujeres que se han tragado la propaganda feminista y sus objetivos reales-dividir e impedir una lucha conjunta sin separación de sexos y acabar en las fosas comunes movilizadas con los hombres-, es decir proletarios, aunque no curremos en fábricas o estemos parados o de eventuales o temporales.

 

Sería necesario retomar la idea de construir una especie de Hermandad Proletaria Universal-sin personalismos ni ismos que llevaron al fracaso en tiempos pasados-, que tuviera claro lo que buscan y quieren los diferentes sistemas y las clases gobernantes de distintos colores y tendencias, para desde ahí negarnos a enfrentarnos unos con otros, haciéndonos cómplices de las matanzas y dar pasos hacia otra humanidad, empezando por proponer el trabajo libre o no asalariado como paso primero para salir de la esclavitud integral en que habitamos.. Ese es nuestro problema de fondo, el problema de fondo de la humanidad, la negación a ver claramente lo que somos para no dejarnos engañar por divisiones artificiales y seguir marchando de guerra en guerra, de propaganda en propaganda, de mentira en mentira, estando condenados a fragmentarnos apoyando eternamente lo que consideramos menos malo.

 

 

Artículo original: https://alfrecarreras.blogspot.com/2023/10/reflexiones-sobre-el-conflicto-arabe.html

 

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