Por Antonio de la Fuente
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NUESTRA FARSA
Amamos tanto nuestra falsa libertad
nuestro destino de esclavos
tanto
como nuestra farsa de lo bien que estamos
solos
solas
independizados
aún estando acompañados.
O de lo buenos que somos
y tan desarrollados
sin buscar ninguna lucha
fluir sólo.
Con tal de no pararnos a pensar
y no bajarnos
del superfluo gozo que nos da
mirar para otro lado
y bailar lo absurdo hasta el final.
Porque ¿para qué hacer más?
contaminarnos
estar acompañados
de una idea
de una mentira
constante y agradable
que nos empeñamos en contar
en repetir
en ocultar.
Aunque seamos esclavos
de un Dios artificial y liberado
aún nos podremos retirar
y reposar juntos
en el acantilado del fuego del nuevo hogar.
OJALÁ
Ojalá se acabe este mundo ya
y de comienzo otro
aquel otro que ya fue
aquel otro un poco mejor
para uno nuevo por encontrar.
Ojalá se acabe ya el petróleo
para que la gente se junte
a cantar en el campo
mientras recoge la hierba
y se alza el balagar.
Ojalá se acabe
pero no para morir
más bien para traer la vida
lejos de la aburrida abundancia
y de la derrota del sudor.
Ojalá se acabe
para que la inteligencia vuelva
y se convierta en natural
y no seamos suprimidos
por inteligencia artificial.
Ojala se acabe
para poder tener un burro
sin que a nadie haya que pagar
para poder usar la tierra
sin que a nadie pelear.
Ojalá, ojalá se acabe
se acabe este mundo ya
para que los vecinos cobardes
pierdan todo el miedo ya
y se acuerden que un día
entre todos sabíamos pescar.
Ojalá se acabe ya
para no marchar tan rápido
a escondernos del reloj
o de lo inevitable
para que vuelva ya el amor.
SIN PUEBLO
Nací en la Ciudad
yo no tengo pueblo.
Nací en la fábrica de niños
repletas de camas sin fuego
para cumplir sin rechistar
el camino encerrado del túnel
que desembocará
entre tinieblas de suicidio
y salas de espejos invisibles
en un ligar sin nombre
en un tiempo sin recuerdo
hasta la llegada del fin de los ancestros.
Allí nací
entre cables y ruidos de aparatos
de la última generación
y soldados del régimen del apocalipsis.
Dicen que uno no es de dónde nace
sino de dónde pace.
Yo me crié
entre el sonido interminable de las autovías
y los aullidos del tren de mercancías.
Los que tejen el manto del mundo
están sentados ya en todas partes
son todos tus vecinos y todas las madres.
La vida siempre queda entre sus muros
atrapada y angustiada
no queda ya camino que llegue a puerto.
Pero nuestro mundo ha muerto
allende el pueblo
Esterilizadas las alas blancas y las quejas
Para esterilizar el vuelo de los pájaros
y el vigor de sus bandadas.
Aunque aun la vela de una cabaña
quedará encendida
y silenciosamente legendaria.
Antonio de la Fuente
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