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La Nada
Ahogan las gargantas de inocentes
ametrallando el miedo
disfrazado de números y palabras mentirosas
en voces llegadas desde un plató al salón.
Desde una pantalla a tu mirada.
Pero nadie dice nada.
Nos cambian prados,
árboles y flores por cemento,
perfectas baldosas y aluminios blancos,
donde los niños saltaban y jugaban,
los pájaros cantaban
y los hombres y mujeres juntos
decidían y pensaban.
Pero nadie dice nada.
¿Se acabaron ya los actos imposibles?
La imaginación es solo de leprosos.
El dolor es una herejía.
La alegría se ha prohibido en las calles,
en la vida.
La imprudencia se ha llamado valentía.
Y las almas despojadas de sus más básicas necesidades.
Pero nadie dice nada.
Nadie dice nada,
Ni perdón, ya no se dice.
Si la dignidad se convirtiera en nuestro último enemigo.
Ya no necesitarías nada.
Porque todos ya están gritando Nada.
Pieles desiertas
Desierta ha quedado la piel
del calor del amor que ya tanto se odia.
Llenas están las almas
de mentiras y rencor.
El corazón se agarra dentro
y cada vez es más pequeño
cautivo de si,
cautivo de los otros.
Cada vez más impotente.
La palabra es perseguida
e idolatrada,
y los hechos se disfrazan
o se pierden entre miradas.
Aún quedaran las ascuas
de los astros en el cielo,
cuando ya nos revolvamos
para siempre recordarnos
de donde somos
y adónde vamos.
Antonio de la Fuente
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