Desmontando los mitos buenistas del Papa Francisco y Pepe Mújica
Equipo de redacción VyR

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El 1 de junio de 2013 amaneció con una temperatura inusualmente agradable en Roma. Los mosquitos tigre, tan insidiosos con los turistas a estas alturas del año, dieron una tregua a los visitantes, que pudieron disfrutar de la ciudad eterna sin tener que rociarse los repelentes antimosquitos por las partes expuestas de sus cuerpos. Pese a todo, el presidente de la república uruguaya, Pepe Mújica, decidió desplazarse en el coche oficial hasta la Santa Sede desde el cercano Hotel Columbus, esa maravilla del hospedaje, de cuatro estrellas, para reunirse con su “vecino” del Río de la Plata, Bergoglio, el Papa Francisco.
La visita entre el presidente del único país sudamericano que no celebra la Navidad y la máxima autoridad religiosa de la Iglesia católica, fue cordial y amena. A las dos figuras emblemáticas de la bondad les unía no sólo su ascendencia rioplatense, sino un perfil de humildad, solidaridad, campechanismo, “buena gente”. Ambos se intercambiaron regalos, hablaron distendidamente del papel que debía jugar la Iglesia en la sociedad sudamericana, …
En ese momento, se escenificó la unión entre lo profano y lo sagrado bajo la égida de figuras que compartían unos mismos rasgos de beatífica humildad, que insuflaba esperanzas al lema de que “otro mundo es posible”.
Mientras, en el mundo real, en el mismo momento en que ambas figuras bondadosas departían amigablemente, funcionarios de sus respectivos Estados ejecutaban su versión del Bien: en Haití, las fuerzas uruguayas desplegadas bajo mandato de la ONU violaban a niñas dejándolas embarazadas y abocándolas a un futuro de miseria; mientras, la IOR, la banca Vaticano, mantenía 550 cuentas opacas de la Cosa Nostra, de los oligarcas de Gazprom y del crimen organizado del narcotráfico, además de dar asilo político al máximo responsable de la diócesis de Boston, Bernard Law, encubridor de más de 2300 casos de abusos sexuales. En realidad, si nos atuviéramos a los fríos hechos, tanto Uruguay como el Vaticano serían dos de los Estados más inmorales del mundo, el primero porque es el que aporta una mayor proporción por habitante de fuerzas armadas desplegadas en misiones internacionales patrocinadas por el gendarme estadounidense bajo el eufemismo de “Naciones Unidas”, y uno de los que más denuncias acumulan por represión y abusos contra la población nativa, y el segundo porque a los conocidos casos encubiertos de pederastia se une el alucinante negocio de blanqueo de dinero que supone la IOR, Banca Vaticano, que ha permitido que grupos terroristas, narcotraficantes y grandes oligarcas, a costa de una suculenta mordida de la Santa Sede, puedan legalizar miles de millones conseguidos con tráfico de armas, drogas y personas, con la bendición del Sumo Pontífice1.
Ambos dignatarios podrían haber quedado relativamente exonerados de culpa si hubieran apelado al desconocimiento de los hechos, si no fuera porque posteriormente a su conocimiento ambos se aprestaron a echar tierra sobre el asunto: en el caso de Bergoglio, demorando las auditorías de las cuentas vaticanas bajo la excusa de tarea “hercúlea” y aplicando la política acostumbrada que tiene la Santa Sede de ocultar los casos de pederastia desplazando a los curas pedófilos a otras sedes; y, en el caso de Mújica, homenajeando a las fuerzas que provocaron dichas iniquidades, además de dar cobertura a la cúpula militar causante de la terrible represión que sufrió Uruguay desde 1973, y que llevó a la cárcel y campos de internamiento a una de cada 300 personas, el mayor ratio de población presa jamás alcanzado. La pregunta es: ¿Se puede ser bueno siendo el dirigente de un Estado?
La definición socrática del mal como ignorancia hace que tengamos que asociar como condición necesaria del bien, o lo que se aproxime a él, a un conocimiento profundo de la realidad. Y nadie mejor informado supuestamente que los presidentes de los gobiernos, que tienen todos los medios ministeriales y de servicios de información a su servicio. Pero ¿cómo catalogar a las personas que ocupan los puestos dirigentes dando sermones de moralidad, cuando aplican el dicho de “Video meliora proboque, deteriora sequor”?2. Al no reprimir a los ejecutores de acciones perversas bajo su mando, al mantener las estructuras que incitan a esas iniquidades como el ejército o el capital o a sostener con sus humildes poses toda la red de corrupción, abuso y desigualdad que ejercen los Estados supuestamente gobernados por ellos, dichas personas distarían mucho de cualquier concepto, por vago que fuese, de bondad.
Tanto Pepe Mújica como el papa Francisco guardan bajo buen recaudo un sinfín de trapos sucios, siendo ellos máximos responsables de sus respectivos Estados… caso de que lo fueran, y no meros peluches propagandísticos para maquillar las tropelías de cada respectivo país, que es con toda seguridad lo que han sido. Porque no vale con mantener un estilo sobrio y humilde de vida, vivir en una chacra o en una pequeña habitación de monjitas, y lanzar invectivas de justicia social, para catalogar tu vida como buena. Hace falta comprometerse con la revolución de los valores a nivel personal y contra los poderes instituidos a nivel sociopolítico. En vez de eso, nuestros protagonistas optaron por la revolución pragmática.
El buenismo, la careta de empatía solidaria para con los desposeídos, ha sido un arma propagandística usada con frecuencia desde las cúspides dirigentes para justificar su sistema desigual y tiránico. La sobriedad en el modo de vida, las donaciones y apoyos personales del dirigente de turno en desgracias naturales o sociales, que en muchos casos tienen como responsable subsidiario a la entidad estatal que representa, son formas corrientes de hacer política democrática, y los corifeos mediáticos rápidamente se aprestan a ponerlo de relieve para seguir sedando a las masas y que sigan durmiendo el sueño de los príncipes azules que salvarán al pueblo (aquí Jordi Évole hace una labor seguramente bien remunerada sacando el lado humano de estas figurillas de cartón piedra). Pero no hay un atisbo de exigencia de responsabilidades, desde su puesto de mando, de cambiar las cosas, y es que precisamente son un fake político, son una careta, una pose, y eso se ha visto en cada actuación como mandatarios.
Para el caso de Mújica, la rentabilización de sus FF.AA., vendiéndolas como sicarios uniformados bajo mando de la ONU, para los intereses de control poblacional, especialmente en Haití y el Congo, con un historial deplorable de represión, tortura y violaciones, por otro lado tan endémicos entre los cuerpos de seguridad amorales que se dedican profesionalmente a la violencia como son los ejércitos. La revolución pragmática del máximo responsable de las FFAA uruguayas entre 2010 y 2015, señor Mújica, fue mantener el apoyo armado al status quo imperialista, “invadiendo” legalmente países y reprimiendo a sus gentes, permitiendo además que sus escuadrones militares se breguen en la tarea homicida para tenerlos bien engrasados con la sangre de gentes humildes de verdad, y no de pastiche como Pepe Mújica, de cara a posibles actuaciones domésticas.
Un ejército uruguayo, por cierto, no depurado y por tanto heredero directo de la dictadura que asoló el país entre 1973 y 1985 y que llevó a la cárcel a una de cada 300 personas, entre ellas a muchos de sus compañeros tupamaros. Aún hoy permanecen desaparecidas varios cientos de personas, cuyos familiares y amigos, organizados en tornos a “Madres y familiares de uruguayos detenidos desaparecidos”, han sido ninguneados por el Poder detentado por el Frente Amplio de Mújica, por su ministro de Defensa y por su ministerio de Justicia, en su justa demanda por acceder a los archivos militares3. La revolución pragmática de nuestro bonachón héroe se concretó en no molestar a los señores de la guerra, brazo ejecutivo del Estado y sus elites.
Por otro lado, los controles policiales llamados “operativos de saturación”, que acordonan una zona y que aumentaron con su gobierno4, se ensañaron con la juventud humilde en las barriadas marginales de las villas de Montevideo y otras ciudades en demandas de viviendas o comida (los saqueos se dan con frecuencia), reprimiendo cualquier movimiento popular y persiguiendo el pequeño comercio no fiscalizado. Pero no ha habido jamás una redada policial que acosara a los grandes contrabandistas de la riqueza del Uruguay, al servicio del imperialismo estadounidense y europeo, con la esquilmación del campo, el monocultivo del eucalipto, la ganadería industrial para la exportación y el turismo elitista de sus balnearios a orillas del Atlántico5. Esto era ser un revolucionario pragmático, no molestar a los poderosos y ensañarte con las clases humildes.
Por su parte, Francisco I tendría que justificar el escandaloso desprecio y la violación del dogma cristiano que el Estado Vaticano realiza. No solo en lo referente al principio de repudio a la riqueza que vertebra el ideal de los seguidores de Jesús, sino por otros principios igualmente básicos como el derecho a la vida (el Vaticano mantuvo como Estado en su código penal la pena de muerte hasta 1969, y hasta hace nada no opinaba sobre su aplicación en el resto); el principio de la “verdad os hará libres” (juan 8:32) cuando el papa Francisco ha doblado las penas por divulgación de documentos tras el affaire Vatileaks; o el de las bienaventuranzas a favor de los oprimidos e indefensos, cuando ha salido a defender a altos dignatarios de la Iglesia por los abusos realizados a menores6 o a figuras políticas internacionales con manos manchadas de sangre en su quehacer gobernante. Esta ha sido la revolución pragmática del papa Francisco7.
Ambos dirigentes se hicieron famosos por sus soflamas a la felicidad personal, a aprovechar la vida sin despilfarrarla en el mercado consumista. Pero si de verdad era así, deberían haber sido honestos y desmantelar todos los instrumentos que encadenan a las gentes o creyentes bajo su influencia al consumismo, el vicio, la decrepitud y la desesperación: la jerarquización de la vida productiva y política que impone el capitalismo y los estados, y que impiden el ejercicio de su libertad, condición previa para la felicidad, se entienda como se entienda ese vago concepto que sirve para todo.
Entonces, ¿cómo se plasmaría la bondad en la esfera política? Combatiendo el Mal político. El Estado, sus instituciones, su ideología, su estructura productiva, sus fuerzas represivas y persuasivas.
Hace falta denunciar de verdad la causa última de los problemas y ponerte manos a la obra para su demolición, y no encaramarte encima de ellos pretendiendo domar a la Bestia, blanqueando con ello el papel determinante de las estructuras estatales en la propagación de todos los impulsos perversos de las gentes. Un buen hombre lo que haría sería renunciar a su cargo y denunciar los estamentos opresores y explotadores, comenzando por el ejército y siguiendo por el gran capital. Ni Mújica ni Bergoglio lo hicieron, y con ello han dado oxígeno a esa idea de que otro mundo es posible sin destruir primero éste. Ambos han sido buenos, pero para el imperialismo.
Hubo un lema hippie que se plasmó en la célebre pintada en la Sorbona, en Mayo del 68, y que contiene una potente declaración: “Sé realista, pide lo imposible”. Me parece que todo lo que contiene la coletilla de pragmático es un claudicar a las relaciones de fuerza que imponen los poderosos, es jugar dentro de las “posibilidades” que los magnates del mundo permiten para que no se cuestione su poder ni sus instrumentos, pero que se mantenga la ilusión de que se avanza. Por tanto todos los revolucionarios pragmáticos son en verdad reaccionarios vergonzantes.
Descansen en paz, Bergoglio y Mújica. Nosotros seguiremos en guerra contra el sistema que ellos han tratado de maquillar.
1 Hillary Clinton amenazó con incluir al Vaticano en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo en 2012 por su soporte financiero a grupos delictivos.
2 “Veo lo mejor y lo apruebo, pero hago lo peor”, en “Metamorfosis”, Ovidio, libro VII, 20-21
3 https://desaparecidos.org.uy/ En esta página se pueden leer las infructuosas demandas y los desplantes a cada una que realizó el gobierno del “viejito” bonachón.
4 https://www.pts.org.ar/El-escandalo-por-abusos-de-tropas-uruguayas-en-Haiti
5 https://archivo.kaosenlared.net/noticias-uruguayas-23-julio-2015/index.html.
6 Especialmente controvertida fue la visita del Papa a Chile y su defensa cerrada del obispo Barros, defensor y encubridor de Fernando Karadima, sacerdote abusador en su tarea docente.https://patagoniaradio.cl/papa-francisco-y-el-caso-del-obispo-juan-barros-el-escandalo-que-sacudio-a
7 Cualquier libro o video de YouTube del periodista vaticanista Eric Frattini muestra con lujo de detalles las cloacas sobre las que se sustenta la Santa Sede, y en concreto, las buenas palabras y nula efectividad en el desmantelamiento de la corrupción por parte de Bergoglio.
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