Por Jesús Trejo

[Tiempo estimado de lectura: 6 min.]
Al terminar la sesión matutina de mi trabajo, llego a casa y me encuentro a Luis, señor de 75 años, esperando en la puerta del garaje.
-¿Te abro, Luis?
-No, es que se ha ido la luz y no hay manera de sacar el coche.
-Tranquilo, vamos a quitar el émbolo que une la puerta con la cadena de arrastre y abrimos…
El émbolo está jodidamente duro de desatornillar y tras un minutillo intentándolo, vemos que baja Alfonso, metro ochenta y cinco, exboxeador, en fin, se va a enterar el émbolo éste de los cojones...
-¡Alfon, échanos una mano!
Con su asperger solícito, Alfon se aproxima, creo que el émbolo ya se ha ablandado sólo de verle llegar, y cede pronto.
-¿Cuándo se ha ido la luz? -le pregunto.
-Hace cinco minutos, pero es que ni siquiera hay cobertura en los móviles, o sea que no creo que sea solo de la comunidad
En casa reparo que no puedo calentarme las acelgas con patatas con las que me hacía ilusiones gástricas, así que decido bajar a comprar una empanada al Mercadona.
En la calle me encuentro a mi vecino Emilio en el coche:
-No hay luz-le comento de pasada.
-¡¿Aquí tampoco?!, joder, debe ser gordo, porque en el pueblo tampoco había y en la radio un chaval de Jaen al que estaban entrevistando decía que se acababa de quedar sin electricidad.
Mientras voy andando al Mercadona, me cruzo con Álex que viene de pasear al perro:
-Buen momento para abrir el kit de supervivencia!- nos reímos, y luego me dice que va a montar el hornillo de camping y que si quiero calentar algo que suba a su casa. Le doy las gracias, pero tenía ya la idea de la empanada y no había remedio.
Ya en el super, un hombre se apresta a coger la última garrafa de agua, y una mujer con dos niños pequeños que se acercaba lanza un suspiro: “vaya, ¿no hay más?”. El señor se da cuenta y le ofrece la que acaba de coger.
-Me apaño con las botellas de litro, total no creo que esto dure mucho…-dice el señor.
En la cola de caja, una mujer pregunta si funciona lo del pago por móvil, y el cajero dice que sí. “Ya sabía yo que cuando se trata de dinero, la electricidad no se va” dice jocosa la mujer, y todos sonreímos.
Aprovechando que estoy abajo, me paso por el “chino” para comprar un pegamento, por si hay que chapucear en casa, temiendo que tal vez la cosa se alargue y esta tarde no pueda trabajar. Un hombre joven hace acopio de todas las bombonitas de camping gas que hay en el establecimiento, y otro le pregunta en qué pasillo están, y le dice : ya no quedan, pero toma dos de las mías. Yo le comento que si no son muchas y me dice: con estos psicópatas que nos gobiernan yo ya no me fío, y prefiero tener garantía de suministro porque a mis hijos les tengo que calentar la cena y bañarles…total, si sobran las uso para cuando vamos en verano a la montaña.
Ya de vuelta a casa, me encuentro con Esther, una antigua alumna, hablando con su madre:
-¡Cuánto tiempo, Esther!
-¡Siii! Es que con el rollo del apagón no sabía cómo iba a estar mi madre y me ha dado por acercarme. - Y de nuevo sacamos el tema de lo vendidos que estamos con la dependencia eléctrica y tal, y su madre me ofrece su punto de gas de la cocina para calentarme las cosas.
Cuando llego a casa, veo a Emilio en la terraza y le pregunto si tiene para comer: “!joder, es verdad!”, así que le ofrezco compartir mi empanada con una ensalada, y como el día de primavera es estupendo, nos ponemos a ello en su terraza, y de paso le pregunto por la huelga de basuras (él trabaja de recogida de residuos), y me cuenta que cada sindicato ha tirado por su lado, y que como él estaba con UGT que había firmado el convenio, no le afectaba, pero que lo ve mal que haya tanta división entre los trabajadores que hacen el mismo trabajo solo porque unos sindicatos se avengan mejor con la propuesta patronal.
En casa me echo una siesta reparadora, y luego comienzo a leer, con la sensación liberadora que da el tiempo libre y el desahogo de no estar enganchado a ocios que dependan de internet. “Ni tan mal”, me digo a mí mismo, con una sonrisilla dibujada en mi cara.
Al cabo de un tiempo, noto la incertidumbre por la falta de noticias, y pienso que debería tener una radio de esas de pilas, así que bajo al coche y aprovecho para limpiarlo mientras escucho las noticias. Mas bien lo que me carcomía era el morbo por cómo explicaban este fallo del sistema bienestarista.
Efectivamente, la radio cumple su función, siendo la voz de su amo. Una descarada muestra de desprecio frívolo ante el sufrimiento, angustia e inconvenientes por una sociedad electrificada a la que se dijo que “nunca iba a sufrir un apagón”. Los locutores quitan hierro al asunto, se lo toman un poco de chascarrillo, mientras millones de personas están colapsadas en las ciudades, los niños esperando a los padres en el colegio, gente en trenes sin aire acondicionado hasta que les evacúan, operaciones quirúrgicas “no esenciales” canceladas, enfermos con respiradores en estado crítico, y 40.000 personas rescatadas de ascensores, sin móvil ni luz. Una sociedad paralizada y al borde de un ataque de nervios simplemente porque según la radio “se han ido los plomos” mientras el comité de seguridad nacional sigue reunido tras cinco horas y sólo se aprestan a decir que no cierran ninguna hipótesis. Vamos a ver, si se han ido los plomos, qué otras hipótesis manteneis, cabrones. Una mierda más que nos dan como comida interpretativa.
En fin, a las 19 horas en la zona noroeste de Madrid, la zona rica de la provincia, un vecino de otro piso que no conozco de nada me hace gestos grandilocuentes señalando la bombilla de su terraza, encendida. Le hago el símbolo del dedo arriba y la vida sigue. En la capital y sus barrios populares como San Blas o Vallecas no llegó hasta las 23 hs.
Según información no oficial, esa que pide el Gobierno que no hagamos caso, el colapso del sistema ha sido provocado por unas infraestructuras obsoletas que se han saturado por exceso de producción energética, favorecida por la hora punta eólico fotovoltaica que tuvo ayer unos niveles de insolación cercanos al 100%. Estas infraestructuras son gestionadas por Red Eléctrica Española, una multinacional ejemplar en el proceso de blanquear altos funcionarios en consejeros delegados, en lo que se ha venido en llamar “puertas giratorias”: nada menos que cinco ministros del PSOE, tres secretarios de Estado del PP y un exdirector de la Guardia Civil, junto con una nómina más amplia aunque menos llamativa de personajes políticos menudos, han sido obsequiados por los servicios prestados entrando en el Consejo de Dirección y otros órganos directivos1.
Además de la clara ineptitud y segura corrupción de la cúpula dirigente copada por estos elementos psicópatas, está el meollo del asunto: la elefantiasis de los Estados son incompatibles con una gestión eficaz de las infraestructuras. De las famosas tres R que se utilizan para sostener el mito de la sostenibilidad, 2la única que parece que se está potenciando es la de Reducir: la economía de guerra requiere un ajuste en el consumo al que poco a poco habrá que ir acostumbrando a la gente, para concentrar energías y medios a la producción y logística bélica. No digo que sea a propósito, pero lo del otro día sin electricidad fue otro “simulacro”, uno más de los que llegarán. Mientras que los sistemas de producción sostenible se pueden implementar de manera eficaz a nivel local, con una aplicación no agresiva con el medio ambiente y social de la primera ley de la termodinámica (“la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma”), cuando tratamos de transferir a economías de escala estos procesos, hay un cambio cualitativo donde la energía genera sinergias disruptivas: el metano de las purinas que expulsan los animales de ganadería extensiva tonifican los campos por donde trashuman, mientras que la metanización usada como insumo energético provoca, además de concentración ganadera para recoger los residuos, problemas de salubridad ambiental por pérdidas frecuentes de gases y contaminación de ríos y acuíferos, además de la baja calidad del residuo desmetanizado, llamado digestato, con tan pocas propiedades en nutrientes que es inservible como abono; para el caso de la energía fotovoltaica, pequeñas placas solares pueden colmar las necesidades domésticas de poblaciones de 500 habitante sin casi ningún efecto colateral, pero usadas en macrogranjas solares, además de la inservibilidad del suelo sobre el que se construye (salvo para pastoreo), genera problemas de transportar esa energía haciendo infraestructuras agresivas en el entorno y generando picos de producción, sensibles a colapsos y a manipulaciones cibernéticas, además de estar a merced de los productores de placas.
Nuestro estado, supeditado a los caprichos estratégicos de USA y Alemania, al margen de su decisiva ubicación geográfica para el control del Mediterráneo y ser la frontera sur frente a las amenazas subsaharianas, se ha dedicado a ser el reservorio del placer (turismo, drogas) y ahora a la producción de energía “limpia”. Pero el monocultivo solo trae perversión y desgracias, como lo que acabamos de sufrir, y como la situación geopolítica nos está mostrando: los paneles solares vienen de China en casi su totalidad, y los turistas vienen con la promesa de calzón quitado. ¿qué ocurre si china deja de suministrar paneles? ¿qué pasa si los turistas se encuentran sin aire acondicionado o con restricciones de agua por los desequilibrios ambientales del mediterráneo producidos por la esquilmación turística? ¿Qué ocurre si USA desvía la inversión hacia Marruecos y deja en un segundo plano la base peninsular? ¿Y si Francia decide desconectarse de la red para generar un flujo oscilatorio que acabe con saturar el sistema, para potenciar sus intereses nucleares que tan mala prensa tienen pero tan necesario militarmente?
La debilidad estratégica de la sociedad 2.0, hiperespecializada y monotemática se ha quedado en evidencia una vez más, y la cacareada sostenibilidad es imposible en las estructuras políticas globalizadas: solo la escala humana, en comunidades abarcables y con la vinculacíon entre consumo y producción, tiene futuro.
Junto al desaguisado de la megamáquina estatal, se ha mostrado de nuevo la capacidad y resiliencia de la población, donde la solidaridad, la creatividad y la propia gestión del caos institucional ha servido para superar las deficiencias de los mandantes. ¿Y si la superficialidad de la gente sea realmente una apariencia, y cuando las cosas se pongan feas aflore lo profundo y lo mágico?. Seguir regando ese lado humano es la tarea a la que nos encomendamos con diligencia. Confiamos en que las dificultades causadas por las incongruencias del sistema, fortalezcan las capacidades autogestionarias de las gentes, algo descuidadas por decenios de bienestarismo subsidiado. Per aspera ad Astra.
Jesús Trejo
1 https://www.publico.es/economia/cuarenta-altos-cargos-gobiernos-pp-psoe-han-colocado-grandes-empresas-privatizadas.html
2 Reducir, reutilizar, reciclar. La reutilización suena casi insultante cuando es sabido por todos que actualmente la industria crea productos de duración limitada, lo que comúnmente se ha venido en llamar obsolescencia programada. Respecto del reciclaje, es solo un timo para limpiar las conciencias de los progres ateos que se han quedado sin la posibilidad de acudir al confesionario, y deciden purgar su exceso de consumo colocando adecuadamente cada detritus, sin querer informarse de que ni el vidrio ni el plástico se reciclan, por cuestiones de rentabilidad económica. Véase “la gran estafa del reciclaje de plástico” le monde diplomatique nov 2024, pg 32.
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