Por Celia Rodríguez
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Hace unos días, me pasaron por uno de esos odiosos grupos de WhatsApp un artículo de La Vanguardia que me dio asco y vergüenza por partes iguales. En esta ocasión, la causante de provocarme un torbellino de sentimientos encontrados es la redactora Mayte Rius, quien nos obsequia con un artículo titulado “El ‘déficit masculino’: no hay pareja para tanta mujer formada e igualitaria”[1].
Confieso mi sensibilidad ante la estrategia del ciberanzuelo (clickbait) o el “voy a poner un titular llamativo para que me veas”, así que no pude evitar leerlo y bucearlo de principio a fin, con la finalidad de descubrir el motivo de ese muy preocupante déficit que tan alteradas puede tener a nuestras mujeres formadas e igualitarias.
Los detalles estadísticos que llevan a las conclusiones
Después de trasladarnos lo difícil que resulta para las mujeres heterosexuales, con estudios superiores y convicciones feministas, encontrar pareja, la redactora nos habla de un estudio realizado por la socióloga Maike van Damme y difundido por el CED (Centre d´Estùdis Demogràfics, entidad dependiente de la Generalitat catalana, nada sospechosa de arrodillarse ante algún tipo de ideología) en su publicación sobre perspectivas demográficas número 35 de abril de 2024. Este estudio lleva el título de “Desajustes en la búsqueda de pareja: educación y valores de género en el mercado matrimonial español”[2], cuyos datos se extraen de la Encuesta de Fecundidad de 2018[3] realizada por el INE.
Maike van Damme se basa en la encuesta del Instituto Nacional de Estadística para extraer dos índices que miden los roles de género:
1.- Esfera privada: valores que tienen que ver con el grado en que las mujeres deberían responsabilizarse del trabajo doméstico. En este índice se puntúan en “igualitario” o “tradicional” los puntos siguientes:
- Encargarse de la casa y de la familia es tan satisfactorio como el trabajo remunerado.
- Una madre que trabaja puede tener una relación tan cercana con su hijo/a como una madre que no trabaja.
- Para una mujer, la prioridad debe ser su familia más que la carrera profesional.
2.- Esfera pública: valores que tienen que ver con la aceptación de las mujeres en el mercado laboral. Se puntúan con los mismos términos (igualitario o tradicional) en función de las respuestas a las siguientes preguntas:
- Si la mujer gana más dinero que su compañero, esto no es bueno para la relación.
- Cuando los empleos son escasos, los hombres deberían tener más derecho a un trabajo que las mujeres .
He buscado las respuestas correctas para averiguar si soy una mujer igualitaria de pro, antes de que tal duda me acabe quitando el sueño. En mi afán, he descubierto dos cosas: en primer lugar, no está publicada la baremación extraída en función de las respuestas recopiladas por el INE (¿qué opinión debes tener para ser considerado igualitario o no?). En segundo lugar, la encuesta del INE en ningún momento realiza estas preguntas de manera directa.
En este caso, ¿cómo saber si somos mujeres/hombres igualitarios según la socióloga? ¿En qué se basa la experta para extraer conceptos tan subjetivos de preguntas objetivas que se circunscriben al número de hijos, al grado educativo, a la ocupación o si se convive o no con la pareja?
Si has encontrado la respuesta, te agradecería que me la dejases abajo, porque no ha habido manera de localizarla. Aunque parezca una nimiedad, en estadística es fundamental aportar hasta el último dato en el que se basa un estudio. Esto se hace para demostrar que no es el estadístico quien se ha sacado las conclusiones de la chistera.
Pese a la ardua e infructífera búsqueda, no pierdo la esperanza de tener más suerte para encontrar esto la próxima vez.
Las conclusiones del estudio demográfico
El resultado del estudio es inequívocamente el siguiente: a mayor formación, mayor brecha en el valor “igualdad” (más mujeres que hombres), sea lo que sea eso.
Como hay más mujeres con altos estudios y valores igualitarios, hay un déficit masculino en el “mercado de la pareja” (sic).[4]
Una vez más, quedan denostadas las clases populares mediante la relación entre igualitario (lo bueno) y tradicional (lo malo), puesto que entre las mujeres menos formadas no existe una brecha hombre/mujer tan amplia. Además, son las clases con formación básica o media las que poseen mayor tendencia a “lo malo”.
Es así como concluimos que nuestras féminas universitarias no encuentran pareja acorde a sus exigencias/necesidades. Para nada se tienen en cuenta otros factores como la precariedad laboral o la promoción de la homosexualidad, bisexualidad, transexualidad, promiscuidad y, directamente, la soltería, por parte de la maquinaria propagandística estatal.
Supongo que esto debe llevarnos a pensar que la culpa es de los hombres por no estudiar más y no ser más igualitarios.
Por su parte, los hombres con estudios inferiores y valores tradicionales, también tienen dificultades para encontrar pareja. Me da que hay quien piensa que se lo tienen bien merecido.
Y se quedaron tan anchos…
Igualitario, guay, tradicional, asco
El estudio también mezcla el concepto de “igualitario” con el reparto de tareas domésticas y cuidado de los hijos. Haré un artículo sobre mi visión como mujer sobre esto, lo prometo.
Independientemente de eso, me pasma esa intención de denostar todo lo que sea “tradición”, queriendo equiparar ese término a otros tantos arrojados dentro de la esfera de las características infames.
Un hombre debe ser maravilloso en función de su aceptación del reparto de tareas domésticas, de querer cuidar a los hijos a medias y del título, o títulos, que cuelgue de la pared cual triunfo sobre la vida. ¿Da igual su situación o es que estamos presuponiendo cosas?
Por supuesto, nuestro hombre ejemplar debe arrodillarse ante lo “igualitario” y lo feminista, sin importar que este feminismo le adjudique la etiqueta de “violador” por el hecho de haber nacido hombre.
No sé, llámame loca, pero me da que, tal vez, este sea uno de los muchos motivos por los que cada vez menos hombres se consideran feministas.
Una mujer digna es la que estudia en la universidad, género o ingeniería (ya no valen otras cosas), que debe buscar un hombre a su altura en formación y valores. Pero, como indica la redactora de La Vanguardia, “una tercera parte de las universitarias heterosexuales permanecerían solteras por falta de varones a menos que decidan emparejarse “hacia abajo”, con hombres con un nivel de estudios inferior al suyo y menos valores igualitarios que ellas”.
Emparejarse “hacia abajo”: porque lo que te pone en valor es tu nivel de estudios y tu capacidad para filiarte con la ideología estatal de turno. Afortunadamente, se pone entrecomillado, pero no dudéis en que esas comillas acabarán desapareciendo.
La tendencia a buscar a una pareja con la misma condición vital, mismos gustos, preferencias, aficiones, estudios, posición social o laboral, existe, ¡y tanto que existe! Sin embargo, ¿no es defender ese clasismo del que tanto se cacarea querer apartarse el hecho de valorar a una persona exclusivamente por eso? ¿No es el diálogo, la capacidad de comprensión, el reparto de funciones o los valores (los tuyos, no los que papá Estado dicta), los que deberían ser determinantes? ¿De verdad tener mayores estudios nos convierte en mejores o más valiosos?
Y, lo que es peor, ¿de verdad estamos permitiendo que nuestros jóvenes se traguen todo esto?
Celia Rodríguez Franco, septiembre 2024
[1] Si no puedes ver el artículo gracias a las cuñas publicitarias o la obligación de suscripción, prueba a entrar en modo incógnito desde el navegador Brave. https://www.lavanguardia.com/vida/20240910/9925924/deficit-masculino-hay-pareja-tanta-mujer-formada-e-igualitaria.html
[2] https://ced.cat/PD/PerspectivesDemografiques_035_ESP.pdf
[3] https://ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736177006&menu=ultiDatos&idp=1254735573002
[4] ¿Da asco la expresión, tratar a la pareja como mercancía al usar la palabra “mercado” fuera del ámbito coloquial, o soy la única que lo piensa?
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