Por Antonio de la Fuente

[Tiempo estimado de lectura: 28 min.]
Los asuntos que más preocupan a los españoles, según estudios recientes, son la economía, la situación política y la salud, incluyendo el desempleo y la inmigración. Además, temas como la contaminación, el medio ambiente y las desigualdades sociales también figuran entre las principales preocupaciones.
Esto es lo que dice la IA de Google al preguntar.
¡¡Pues píllate a un moro!! Esta frase se me venía a la cabeza varias veces para trasladársela a mi jefe en alguno de los arrebatos que tuve trabajando con él, cuando volvía a gritarme otra vez , cuando más de una vez se quejaba por pedirle mis días libres, etc. En un trabajo que amaba y que casi termino odiando.
Ahora resulta que los jóvenes no quieren trabajar. Aunque llevamos años oyéndolo. Que hace falta mano de obra, sobre todo para los trabajos duros que nadie quiere hacer, como la agricultura, la ganadería, la hostelería, etc. Pero...¿ quienes quieren los trabajos, que además de ser duros, no te llegan para vivir y lo peor aun, no te dejan tiempo de vida que vivir, aunque estos trabajos te puedan gustar mucho? Pues sobre todo aquellos que vienen de otros países, que ganaban 4 y aquí podrán ganar 10, y que abandonan su tierra natal y sus familias. Los moros, los rumanos, los negros, los latinos. Y los españoles que se van a otros lugares para hacer lo mismo, aunque quizás el cambio cultural no sea tan drástico ni los objetivos únicamente económicos. Podríamos llamarlo el dumping humano o esclavo. Como comerte un tomate de Chile de bajísima calidad y más barato, mientras en el huerto de tu vecino los produce de excelente calidad pero más caro. ¿Realmente es más caro ?
¿ Por qué los jóvenes no quieren estos trabajos, ya que no pueden apenas vivir de ellos y además dejarles algo de tiempo libre ? Si además en España tenemos el paro juvenil más alto de Europa.
Pero....¿ cómo hemos permitido crear esos puestos de trabajo con salarios que no dan y con jornadas infinitas y sin días libres?
Los empresarios o propietarios de estas explotaciones o empresas, suelen ser víctimas y victimarios a la vez. Igual que los mismos obreros. Mimetizan el mismo rol del Estado, aunque éste se hace pasar por víctima (de los capitalistas) siendo en realidad el victimario. El pueblo acaba por imitar al poder, nos forzaron a ello. La fusión de pueblo-estado. Hacienda somos todos. Es entrar en la rueda de la fortuna. El pez que se muerde la cola del Estatocapitalismo, de la dominación, de la promoción de la degradación moral de las gentes del común, a las que se nos fue oprimiendo, siglo tras siglo, para conseguir que nos explotáramos los unos a los otros, a ser lobos para los hombres, para sobrevivir en un sistema que se nos impuso a sangre y fuego, con negro sobre blanco en las escuelas públicas, reescribiendo el pasado que ya nadie recuerda, que ya nadie conoce. Del que nadie entiende, ni quiere entender. Se encargaron de hacerlo y de borrarlo. Y lo hicieron bien. Tan bien, que su penúltima carta para otro ciclo más de esclavismo, esta vez con la autoexplotación, fue meter la competencia inmigrante en el mercado laboral.
Pero tal es la confusión, que personas muy "revolucionarias" creen que el empresario (pequeño o mediano) por el hecho de serlo, ya es alguien a quien culpar y combatir, a quien faltar el respeto, a quien robar. Y no tanto el trabajador. Pero ambos son pueblo.
Los más adultos (o sea nosotros), los que son propietarios u obreros, “revolucionarios” o bienestaristas, aborrecidos y resacosos de tanto hedonismo barato y consumismo vivido, no queremos hacer nada, no sabemos hacer el duelo de aquella vida de engaños y superficialidad. Solo apenas sabemos protestar y protestar, algunos escribir y escribir, otros salir en la radio o la televisión, y quejarse y quejarse, un día tras otro, de lo mal que está el sector y la sociedad en general. Del lado de la izquierda y del lado de la derecha. O sin lado elegido. Seguimos la inercia de la vida consumista y placentera vacía en la que fuimos criados. Sin ser capaces de pensar ninguna solución que poder llevar a la práctica que no sea pedir y pedir al papaíto Estado. O suplicar que les venga otro salvador o salvadora con el color opuesto. De carne y hueso, o como una entelequia. Y culpar, eso sí, como culparon sus padres a los jóvenes que no querían trabajar, llamándolos vagos. O vagos por no querer estudiar mucho para no acabar en los trabajos penosos de la obra, etc. Era tal la obsesión de algunos padres y madres por que su hijo accediera a un buen puesto de trabajo asalariado, que olvidaban otras muchas cosas importantes que trasmitir a sus hijos. Como por ejemplo la importancia del amor, de encontrar pareja y formar una familia. Eso ya era antiguo. Complicarse la vida. Mejor tener un buen trabajo y ya después, solo después, disfrutar la vida. Pero sin poderse salvar nadie de las garras tributarias cada vez más afiladas.
¿Cómo es que los jóvenes no quieren trabajar? ¡Eso es tan absurdo! Es ley de vida que los jóvenes deseen su autonomía, y eso solo viene trabajando. ¿Pero cómo y de qué?
Ahora los más jóvenes, ciegos de modernidad presentista, con su siempre fuerza de nueva vida, creen que van a inventarlo todo y destruir lo que habría que recuperar, y recuperar lo que habría que destruir. Porque apenas les enseñaron de donde vienen.
Pero, como decía Eclesiastés, lo que fue, será. Lo que será, ya fue. No hay nada nuevo bajo el Sol.
Pero...¿Cómo es posible que montar cualquier negocio que te guste sea casi imposible si no tienes mucho dinero o accedes a subvenciones del Estado? Éstas, hechas para controlarte y dominarte, eliminando cualquier resquicio de libertad y creatividad para ti, que es lo que te hace querer ser “tu propio jefe”. Porque la otra opción es ser un asalariado, un mandado, recibir órdenes el resto de tu vida. Y eso acaba cansando a cualquiera hasta la llegada de oleadas de jóvenes suicidas.
Un claro ejemplo de ello, es lo que ha ocurrido recientemente con David Lafoz, el joven agricultor que acabó suicidándose, entre otras cosas porque le retiraron la PAC como reprimenda a sus protestas. Ya sabes, no quieras morder la mano que te da de comer. Qué mejor ejemplo que éste para ver la verdad oculta de lo que significa la PAC. Un chico joven amante de su trabajo, uno de los más duros, pero amante.
Aquí en la Península Ibérica, nuestros ancestros, -aquellas gentes del común que en la Alta Edad Media crearon una sociedad sin poder concentrado, porque rechazaron el poder de unos pocos que exclavizaban ( Roma, Islam ) - nos educaron en la libertad y la lucha por esa libertad desde hace siglos. Ahora, aquel poder concentrado que fue ganando terreno, es quien nos educa a los jóvenes “que no quieren trabajar”, en el narcisismo, la egolatría, el hedonismo, la comodidad, el egoísmo, la indiferencia… Pero no, no es un Estado fallido, es un Estado pulido. Porque así lo han querido, eliminando aquellos genes de libertad y amor al prójimo que nuestra cultura legó y sustituyéndolos por otros que ya fueron conquistados anteriormente y eliminadas sus libertades muchos siglos atrás.
Los empresarios, en su función de victimarios, solo quieren a gente que trabaje mucho y cobre poco, que además no proteste, que asuman sus gritos, sus órdenes, que asuman humillación diaria, que asuman que tú no eres un amigo, ni vas a comer en su casa nunca con su familia, sino un simple esclavo. Que ahora se llama trabajador asalariado. Y para eso siempre se prefirió a los esclavos/trabajadores traídos de fuera. Y siempre te hablarán de lo buenos trabajadores que son: "los que vienen a trabajar que vengan", " este que estuvo aquí trabajaba como un animal", "aquel que estuvo aquí no se quejaba de nada y trabajaba más de lo que le pedía". Esto también ocurrió en la España vaciada después del franquismo.
Pero también ya se escucha que algunos de estos inmigrantes de fuera son unos sinvergüenzas, que dejan tirados a los jefes, que no tienen palabra, que pueden ser muy violentos. También se dice que si vienen y dan servicio pues hay que agradecerlo. Sobre todo en los pueblos que se vacían, que se abandonan servicios como pequeñas tiendas o bares de pueblo, por falta de relevo, por falta de accesibilidad a vivienda. Entonces..., ¿qué pasa con los autóctonos? ¿Por qué no son ellos los que se atreven a venir a los pueblos? ¿Quizás por esa educación del poder, moderna, basada en el disfrute eterno, que no quieren asumir responsabilidades, como las de crear una familia, y además así volver a dar vida a esos pueblos? ¿Quizás porque no encuentran viviendas dignas, en vez de meterse dos familias en una, como sí hacen los inmigrantes? ¿Quizás porque tienen miedo a la soledad de los pueblos? Estos jóvenes que aquí no pueden o no quieren vivir, acaban siendo inmigrantes en otros países en busca de un mejor sueldo, de una supuesta mejor vida. Viviendo en furgonetas, perdidos sin rumbo. Desenraizados, ¿qué mejor forma de forjar esclavos?
Pero....¿ cómo hemos permitido crear esos puestos de trabajo con salarios que no dan y con jornadas infinitas y sin días libres?
Dejándolo todo en manos de partidos políticos que iban a hacer leyes. Si suponemos que la izquierda lucha y siempre luchó por mejorar las condiciones laborales -y esa es su bandera diferenciada de la derecha- si esos puestos mejoraran, ya no tendríamos la necesidad de traer gente de fuera, de defender a los migrantes de ser explotados por "los empresarios". Su mantra de siempre, que son los empresarios los malos, y ellos muy buenos.
Pero eso no ha hecho la izquierda nunca, a la vista está. Lo que sí ha hecho (Podemos) y lucha por hacer, es por regalar papeles para todos, lógicamente disfrazado de lucha por la igualdad y la diversidad, contra el racismo, pero de facto, allanando la pista para los explotadores para quienes trabajan. Porque para eso es para lo que están y para lo que sirven. Los partidos trabajan para cubrir las necesidades estratégicas del Estado y el Capital. Y si, alguna vez en nuestra historia moderna, la izquierda hizo bien su papel. Se necesito mejorar las condiciones laborales, para evitar revueltas o revoluciones, porque de esa manera era más fácil tenerlos a todos contentos pero atrapados.
Por tanto la izquierda como la derecha, al servicio de quien les paga (el Estado y su hijo el Capitalismo) no pueden dejar de alimentar la polarización y la discordia con este tema tan necesario para ellos. Camuflándolo de racismo, pero necesario para el Estado y su Capitalismo, que con la caída demográfica ya declarada, necesita la inmigración para ser explotada y mantener su posición de poder, usándola como fuerza de trabajo y pagadora de impuestos, siendo piezas de motor económico y político de su aparato de dominación contra el pueblo. Y necesarios para los partidos, que sin este problema inventado en relato, no tendrían de qué hablar, y no tendrían porqué existir ni hacer su ridículo teatro. Y el Estado no les daría trabajo.
Mientras, en las calles y en los barrios, aumenta la delincuencia de los “ilegales", quizás para mantener viva la llama de la discordia, que es amortizada en votos tanto de un lado como del otro. Así que no, no es un Estado fallido, es un Estado pulido.
Ellos, la izquierda que promete siempre su nueva y refrescante unión, que ondean su bandera antirracista y antifascista -ya que ahora su ex socio PSOE está lleno de corrupción, y quieren desligarse de ellos cuando fueron ellos quienes les alzaron al poder- sufren la hipocresía que no puede llegar mas alto. Preparan el bloque de la oposición a la derecha, tan necesaria para el mundo en guerra que nos espera.
Luego hay gente como Gisbert que hace una analogía entre el trabajo y la búsqueda de felicidad. Pero desde el momento en que dice que es el Estado quien debe promover esa realización análoga, ya está contrariando lo que él mismo dice promover.
Porque no puede haber felicidad sin antes satisfacción del trabajo hecho por uno mismo, y de servicio a la sociedad, y tampoco puede haber todo lo anterior sin haber libertad, sin trabajo libre. Y si el Estado es el que quiere promover todo esto, eso es un completo disparate.
¿El Estado puede promover la libertad? No, eso es un Oxímoron. Es querer volver a convencer a la gente de que el Estado es bueno y buenísimo.
Además Gisbert dice que no se puede decir o alentar a que hay que trabajar menos (en referencia a la reducción de la jornada laboral promovida por el partido Sumar), porque eso es alentar al hedonismo, etc.
Pero en la RI, que estamos en contra del hedonismo promocionado por el Estado, no decimos eso, decimos que ¡claro que hay que trabajar menos de lo que se trabaja ahora! , porque es con el Estatocapitalismo y por él, por lo que tenemos que trabajar tantas horas. Porque es el dúo Estado/Capital, el que succiona el 54% de nuestro trabajo en forma de impuestos (en la Edad Media era solo el 10% , llamado diezmo), y es este Estado que nunca deja de crecer ( al que Gisbert se aferra ) y que si no fuera así, si se eliminara de la ecuación al Estado, podríamos trabajar menos. Y trabajando menos podemos tener más tiempo para tareas, culturales, intelectuales y de convivencia con la comunidad de vecinos, amigos y la familia, incluidos los trabajos comunitarios de ayuda mutua, etc., etc. Tiempo para poder crear nuestra vida sin Estado. Porque no es solo importante el trabajo como carrera individual y personal dentro del contexto del individualismo, progreso, productividad y crecimiento económico. Sino además, necesitamos del trabajo desinteresado, por y para los demás. Pero entonces claro, así no necesitaríamos al Estado.
Así que la estafa es triple, la de los Gobiernos salvadores, de izquierdas y de derechas y la de Gisbert y sus secuaces. Todos a favor del Estado más bueno y mejor. Del Estado pulido.
Antonio de la Fuente
Añadir comentario
Comentarios