¿Boicot Israel?

Publicado el 1 de agosto de 2025, 7:49

Por Gka, lector de VyR

[Tiempo estimado de lectura: 11 min.]

 

 

Huelga decir que el Estado de Israel está cometiendo atrocidades de carácter genocida contra territorio y población palestina, especialmente en Gaza pero también en Cisjordania. Israel, hijo bastardo del imperialismo Yanki tanto como del colonialismo Británico, demuestra su carácter imperial imponiéndose por la fuerza a un rival categóricamente más débil. La máxima liberticida “si puedo, debo” es la línea estratégica de todo imperialismo, incluido el israelita. La masacre, en Gaza y en cualquier rincón del planeta, se perpetra mediante la fuerza de las armas, esto es, del ejercito o lo que es lo mismo, del Estado. Todo esto es posible gracias a la recaudación de impuestos (obligatoria, por el imperio de la ley primero y de la prisión y la fuerza policial después), monopolio que ejerce el Estado y gestiona la élite en el poder mediante los correspondientes proyectos de presupuestos de defensa.

 

Los llamamientos al “boicot económico” sobre determinadas empresas (así como marcas y productos) por colaboracionismo con el entramado de la guerra, es una potente, malintencionada, engañosa y falaz manera de luchar contra las supuestas causas de la guerra. Pensar que de esa manera se va a frenar la guerra es solo una actitud comodona con escasa repercusión, de empatía digital1, para aliviar las conciencias de quienes creen que por comprar a la empresa A en lugar de la B, van a parar la maquinaria imperialista de un Estado. Vamos a decirlo de nuevo, la guerra le atañe al Estado, a su ejercito, a su poder confiscador, recaudador. A su fuerza militar.

 

Sobre todo el izquierdismo, está más obsesionado con lo que pasa en Palestina que en su lugar de origen, donde nada trascendente imagina hacer; cuando la revolución se vislumbra imposible, la única salida es el hedonismo reformista. La mayoría de quienes abogan por las tácticas de boicot son personas de clase media aburguesada, con privilegios de consumo material, de los que obviamente no están dispuestos a desprenderse por causa de un genocidio a 5.000 kilómetros de distancia. Irse a beber cervezas después de la manifestación de turno es práctica habitual del indignado e izquierdista medio. Tomar las armas, ir al cuerpo a cuerpo, por supuesto sería una temeridad, pero sin duda un acto de honor, empatía y amor inmensamente mayor. Si verdaderamente las vidas de los palestinos les importaran, los millones de personas que se movilizan por esta causa, podrían perfectamente parar la guerra sobre el terreno, enfrentándose al ejercito israelí insitu.

 

El estato-imperialismo es en gran medida responsabilidad de las élite israelíes, en menor medida de quienes sostienen y vitorean a esas élites, pero existe también una masa israelí silenciosa y otra desobediente que no acepta el genocidio de otros pueblos, tampoco el Palestino.

 

El movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) es quien coordina al parecer este analgésico activismo, con el objetivo de lastrar la deuda, las inversiones, la tasa de crecimiento, así como incrementar el cierre de negocios en el Estado de Israel. Esto último por cierto, afectando de manera directa a los trabajadores y clases asalariadas más desfavorecidas del Estado de Israel, un claro sin sentido poco “internacionalista”. La célebre anécdota de la Coca Cola que cuenta el Subcomandante insurgente Marcos2, debe serle recordada a muchos activistas modernos.

 

Quienes creen que la economía es solo consumo, nada entienden. La economía es primeramente producción, por esto el boicot más factible, debe ser contra la recaudación de impuestos (causa indispensable de la guerra), es decir, incrementando la capacidad de vivir de manera frugal, consumiendo lo mínimo y produciendo lo máximo posible como medida hacia la máxima autosuficiencia. El capital se regula así mismo, mediante la redistribución del consumo, ya sea por boicot o por otra razón. Lo que no consumes en una empresa, lo consumes en otra, los impuestos que no van para un Estado van para otro, lo cual significa mantener viva la maquinaria de guerra, la de este o aquel Estado.

 

Podemos aceptar tácticamente las reivindicaciones de las organizaciones pro-palestinas3 que piden el alto al fuego, levantar los bloqueos de suministros y ayuda, restablecer servicios, suspender la compra-venta de armas, denunciar los crímenes de guerra, suspender las relaciones diplomáticas, etc. ¿Pero tiene algún sentido todo esto si no se abordan las causas de la guerra4? No. La maquinaría de guerra continuará hoy contra Palestina igual que ayer y mañana contra otros pueblos.

 

Se han llenado nuestras calles de banderas palestinas y lejanas reivindicaciones, mientras se deja de lado la preparación de las condiciones de la lucha para la guerra que viene aquí y ahora. ¿Qué se reivindica?¿El pueblo palestino?¿El Estado palestino?¿La organización islamista Hamas? No queremos que una palestina libre del futuro sea quien oprima a otros pueblos, como ha pasado y sigue pasando en el continuar de la historia. La historia de las potencias es de auge y caída, las que hoy están subyugadas, pueden ser verdugos el día mañana. Por eso desde la RI estamos contra las causas de la guerra y a favor de que los palestinos, de igual a igual, vuelvan sus armas contra sus verdugos y dirigentes, sean palestinos o israelíes.

 

Gka, julio de 2025

 

 

La empatía digital es una anomalía histórica. La permite la interconectividad global, aquella que nos permite conocer en tiempo real lo que sucede en la otra punta del mundo. Es además esa noción universalista de ponernos en el lugar de una comunidad humana de otro extremo del globo por el simple hecho de conocer su existencia y las atrocidades que se realizan contra ella. Es una manera de apaciguar nuestra conciencia, sabiendo que nada queremos ni podemos hacer para realmente atajar ese hecho. Es además una manera para no hacer nada tampoco en nuestro lugar de origen para atajar las causas de la guerra, la existencia misma del Estado.

 

https://colonchedeenfrente.blogspot.com/2008/01/los-zapatistas-y-una-lata-de-coca-cola.html

 

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